Millones de niños en todo el mundo realizan algún deporte de competición pero, para tres de cada diez menores, esta práctica puede llegar a ser un infierno, física y mentalmente. Ésta es la principal conclusión del informe de Save the Children ´Niños en Competición´ presentado ayer por la responsable del Patronato de la ONG, Pilar Goya, y el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky.

El deporte repercute positivamente en el desarrollo físico, mental y moral de un niño, porque además de ser una diversión, le enseña habilidades sociales como la autodisciplina o la confianza.

Sin embargo, cuando el deporte deja de ser una actividad lúdica y complementaria y sirve para "satisfacer los deseos de los adultos", lo que ocurre "demasiadas veces" -apunta el informe- es cuando se pueden vulnerar los derechos de los menores.

Aunque realmente no existe una definición oficial para el deporte de elite, Save the Children considera que es el que requiere un entrenamiento intensivo: unas dos horas diarias, al menos cinco días a la semana. Lissavetzky consideró que es "razonable" que los menores de siete años no practiquen deporte de competición y hasta los 13 no realicen una práctica especializada.

Sin embargo, el 20% de estos niños está en riesgo de padecer algún tipo de abuso o explotación y otro 10% es "víctima de alguna violación de sus derechos fundamentales", según el informe.

Sólo en el Reino Unido, denuncia el informe, 2.600 gimnastas menores de 16 años acuden cada año al hospital con lesiones provocadas por el ejercicio físico. Además, el 15 por ciento de estas niñas corre el riesgo de sufrir trastornos alimenticios como la anorexia u otros problemas de crecimiento, como la disfunción menstrual o la osteopenia prematura, dos dolencias causadas por las exigencias de este deporte.

Algunos deportes ponen directamente en peligro la integridad física del niño como el Muay Thai o boxeo infantil tailandés, un deporte que mueve enormes cantidades de dinero y que somete a los niños a "condiciones terribles".