La muestra, organizada con motivo del 60 aniversario de la muerte de Maric, lleva el título "Somos Einstein" ("Somos una piedra", en alemán), su respuesta cuando se le preguntaba por qué no firmaba artículos científicos junto a su esposo.

Un documental presentado en la exposición, que se prolongará hasta finales de julio, cuenta la vida de Maric (1875-1948), que conoció a Einsten en la Politécnica de Zúrich, donde era la única mujer estudiante y una de las pocas del mundo a finales del siglo XIX.

La exposición enfoca el período de su vida en común y usa el material del libro "Mileva y Albert Einstein", de Djordje Krstic, autor que desde hace varias décadas trata de establecer la verdad sobre la contribución de la mujer del científico en las teorías cruciales del siglo pasado.

Los visitantes de la muestra pueden ver el documental en un banquillo para dos, similar a uno en el que solían sentarse Mileva y Albert en los años de juventud y el amor para hablar de los estudios y de temas que trajeron luego un cambio planetario en la ciencia.

En dos paneles de cristal están presentadas fotografías y fragmentos de las cartas que muestran el inicio, el desarrollo y el fin de su amor, en una larga relación que comenzó en 1896.

Ya durante los estudios, cuando en tiempos de vacaciones ambos se ausentaban de Zúrich para estar con sus familias, intercambiaban cartas cariñosas, en las que Einstein hablaba abiertamente de su trabajo común.

"\u00A1Cuánta felicidad y orgullo sentiré cuando juntos victoriosamente terminemos nuestro trabajo sobre el movimiento relativo!", decía.

En 1905 fueron publicados en la revista especializada "Annalen der Physik" cinco obras de Einstein, entre ellas la teoría de la relatividad, que en 1921 le dieron el Premio Nobel de Física.

Fue en los años de su vida conjunta, hasta 1913, cuando nacieron las obras más importantes de Einstein, por lo que algunos creen que el papel de su mujer era significativo, sobre todo en matemáticas, materia en que brillaba en la Facultad.

Maric vivía a la sombra de su esposo, entregada sin reserva a él y la familia, y nunca llegó a terminar los estudios.

"Su retirada del mundo de la ciencia es el símbolo de aquellas mujeres en las que influyó una serie de circunstancias sociológicas, culturales, tradicionales y psicológicas en Europa de ese tiempo para que no compitiesen con sus maridos", dijo a Efe Vedrana Savic, del Ministerio de Diáspora, organizador de la muestra en Belgrado.

Antes de casarse, en 1903, la pareja tuvo una hija, cuyo destino permaneció en secreto, ya que inmediatamente la dieron en adopción, y luego tuvieron dos hijos varones, uno de los cuales padecía una grave enfermedad mental.

Poco a poco, Einstein se alejó de la familia.

"Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes", escribía Mileva a unos amigos.

Einstein a su vez admitía: "Nuestra vida en común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir por qué".

La separación de Einstein y el matrimonio de éste con Elsa afectaron mucho a Maric, que nunca se recuperó de ese golpe.

Esa trágica figura vivió con sus hijos en la pobreza, con el dinero del Nobel que Einstein le dedicó en cumplimiento del acuerdo de divorcio.

Permaneció hasta el último día en Zúrich, en un apartamento con vistas a la facultad en la que estudiaron juntos.

A diferencia de la gente de a pie, los expertos serbios en física consideran que ella no contribuyó en el sentido científico a la obra de Einstein, pero que su importancia incontestable se basa en que participó en su desarrollo intelectual y emotivo y que fue la primera persona que comprendió y apoyó su genialidad.