Este archiconocido tema produjo que las palmas de los cientos de seguidores del creador de "Flor de Lis" (1976) siguiesen el ritmo de estos versos que fueran escritos por el poeta Federico García Lorca y versionados en 1979 por Camarón en el disco "La leyenda del tiempo".

Y antes y después de esta canción, Djavan (Maceio, 1949) dedicó gran parte del concierto, que ofreció esta madrugada dentro del ciclo "Noche de Brasil" del Festival de La Mar de Músicas, a dar a conocer parte de su último disco, "Matizes" (2008).

Canciones como "Petra" -ésta sonó en dos ocasiones-, "Joaninha", "Delirio dos Mortais" y "Desandou" brillaron junto con grandes clásicos de la larga trayectoria -30 años de carrera y 18 discos- de este artista.

Entre los "hits" que tocó en el espectáculo cabe destacar "Océano" (1989), "Samurai" (1982) -que grabó con el estadounidense Stevie Wonder-, "Lilás" (1984), "Meu bem querer" (1998) y "Se" (1992), entre otros.

La voz de Djavan sobre el escenario fue profunda, como si emergiese de un pozo de agua en el que al llegar las palabras a la comisura de la boca se propagasen en colores cálidos y fríos.

Este artista cuya segunda pasión es la arquitectura consiguió que su "djavanear" -estilo que fue bautizado así por Caetano Veloso tras grabar con él "Sina"- fuese ecléctico en sabores y ritmos como la bossa nova, el flamenco o el jazz, todos hablando el mismo lenguaje y cruzándose en el camino durante el espectáculo.

La elegancia y la sobriedad en la puesta en escena fueron aspectos a tener en cuenta, ya que este ganador de un Grammy Latino a la mejor canción en 2000 se movía delicadamente por el escenario con aires felinos entre las luces que los focos proyectaban en el escenario donde la neblina creó halos circulares imperfectos.

Mientras, el corazón de sus fans bailaba con pasitos cortos y el alma se presentaba al cuerpo, en comunión con las canciones que narran deseo como "Um amor puro".

Djavan Caetano Viana -su nombre de pila- mostró que sigue afianzando su propio estilo, es decir, su fuerte personalidad se transforma en sus manos en notas de su guitarra y en su voz, en tonos que modelan en el interior de su garganta sus sensaciones.

Además, su serenidad y la delicadeza que emana sobre el escenario genera un espectáculo vibrante dentro de un estado de calma que se acentúa con el protagonismo de los solos de saxo o guitarra.

Pero antes de que Djavan subiese al escenario, lo hicieron sus compatriotas de la "Orquesta Imperial", una formación muy numerosa -20 entre músicos y cantantes- y también joven -la media de edad ronda la treintena-.

El concierto que se escuchó se podría asemejar a un vino blanco joven y seco, es decir, la actuación fue buena y sonaba con frescura, a pesar de que algunas canciones tenían arreglos musicales propios de los años 80.

La Orquesta Imperial -que comenzó como un encuentro de músicos amigos en 2002- apostó esta madrugada por llevar al escenario la samba, el "bossa nova" y el bolero, es decir, las canciones de la "gafieira", local en el que se bailaban estos ritmos.

Eso sí, con letras más arriesgadas como la titulada "Ereçao" (Erección) o baladas "O mar e o ar" cantada por Rodrigo Amarante o "Jardim de Alá", con el susurro tan personal de Moreno Veloso, hijo de Caetano Veloso.

En definitiva, el estilo de orquesta tradicional tuvo una acogida entre el público para todos los gustos, pero aquellos a quienes les gusta la música de orquesta brasileña se quitaron el sombrero.

Estas dos bandas vinieron a mostrar el gran nivel de calidad que reúne Brasil y la conjugación actual de ritmos clásicos junto con la renovación de los lenguajes, lo que le aporta vida y lo conduce a la vanguardia.

Aunque, a su vez, tan diversos fueron que como dijo Djavan, en una entrevista con Efe, "Brasil es un continente", más que un país, y "en cada región se crea una música distinta", de ahí, su riqueza en registros como lo fueron esos dos espectáculos de nota y notas.