En la presentación del estudio, un experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Jamie Bartram, advirtió hoy que, en contra del objetivo previsto, en 2015 no se habrá reducido a la mitad el número de personas sin acceso a dichos servicios sanitarios básicos en comparación con las cifras de 1990.

Según el documento, en aquel año en el mundo alrededor de 2.500 millones de personas seguirán sin tener acceso a inodoros ni dispondrán de infraestructuras sanitarias básicas, como conducciones de agua.

Bartram, teniendo en cuenta dichas previsiones, consideró que es conveniente "mirar más allá del 2015 y ver nuevos enfoques y maneras de conseguirlo".

Por otra parte, el informe destaca las mejoras conseguidas en el acceso al agua de la población mundial a pesar de que 1.000 millones de personas siguen careciendo de ese servicio básico.

Según las evaluaciones más recientes, el 87 por ciento de los habitantes del planeta -más de seis mil millones de personas-, tienen acceso a una fuente de agua potable, libre de contaminación química o fecal.

Sin embargo, el documento subraya el escaso avance logrado para reducir o cerrar la brecha de desigualdad que a ese respecto existe entre las zonas rurales y urbanas.

En las primeras viven unos 746 millones de personas sin acceso a agua potable, cuatro veces más que en las ciudades, donde 137 millones de personas siguen sin poder contar con ese servicio básico.

El análisis también incide en las disparidades de género en esta cuestión y revela que en el 64 por ciento de casos son las mujeres las que transportan el agua hasta sus casas, mientras que sólo el 25 por ciento de los hombres adultos asume esta tarea.

En el informe, según otra experta de la OMS, Jacqueline Sims, llama la atención que en sólo un 11 por ciento de los casos estudiados, los niños son involucrados en el traslado de agua desde la fuente hasta la vivienda.

El informe, elaborado conjuntamente por la OMS y Unicef, recalca que la ausencia de higiene es la causa de numerosas enfermedades y que la práctica más peligrosa es la de defecar al aire libre, algo que siguen haciendo alrededor de 1.200 millones de personas en el mundo.

Según recordaron la OMS y Unicef, dicha práctica es una amenaza para los niños, ya que la contaminación del medioambiente con heces provoca entre otras enfermedades diarrea, una de las causas principales de mortalidad en los niños menores de cinco años.

Con instalaciones sanitarias, ya fueran inodoros o letrinas conectados a tanques sépticos o fosos aislados, se evitaría contaminar el entorno y se reduciría los niveles de contaminación del agua y de los alimentos, así como la incidencia de enfermedades, explicaron los expertos.

La región donde esas prácticas insalubres están más extendidas es el sur de Asia, donde la mitad de la población las llevan a cabo de forma habitual, mientras que sólo la tercera parte cuenta con las instalaciones adecuadas.

El África subsahariana es tras el sur asiático la segunda región con más problemas de ese tipo y donde los avances han sido muy lentos.

El informe cita a Birmania, Siria, Vietnam, Guatemala, Filipinas, Angola, Honduras, Pakistán y México como los países donde las mejoras en el saneamiento básico han sido mayores.