Unas 500 personas disfrutaron de esta versión del texto original de Sófocles, que bajo la dirección del griego Theodoros Terzopoulos, refleja uno de esos mitos en los que los hombres se enfrentan a los dioses y acaban derrotados, enloquecidos y humillados.

Más allá del lenguaje y el mito, la majestuosa, clara, brillante y contundente interpretación vocal y corporal de los ocho actores del grupo Attis Theatre, atrapa al público, desde principio a fin, en la triste y pasional historia del guerrero "Áyax", una vez que las armas de Aquiles son entregadas al gran dominador de palabras, Hércules.

Por ello, Terzopoulos dormirá tranquilo, ya que la obra cumple, tal y como el griego deseaba, con su objetivo inicial de despertar la curiosidad del espectador para que piense en lo que no sabe y en lo que quiere saber.

Sí que es verdad, que tal vez, el mensaje de lo que es el mito en sí, al público emeritense no le ha quedado muy claro, sólo a expertos teatrales, porque durante la hora y diez minutos que dura la obra, muchos de los asistentes mostraban despiste y distracción sobre un argumento monótono de este texto que rezuma poesía y amor.

En el personaje de "Áyax", intervienen en el decurso de un sólo día mortal, los estados contrapuestos del desvarío absoluto y de la extrema lucidez, de la fatalidad impuesta y la libre decisión de morir.

Un héroe griego versionado como un drama satírico, que con energía y ritmo provoca emociones y sentimientos de los seres humanos, entre los que florecen la traición, la locura, la ira, la venganza y la culpabilidad con remordimientos.

Estados que pertenecen a momentos perfectamente diferenciados, cuya oposición, con tanta claridad subrayada, corre sin duda pareja con la intención de lograr el efecto trágico.

El suicidio de "Áyax", provocado por la culpa de la poderosa Atenea, generará en su mujer, Tecmesa, interpretada por Sophia Hill, un lamento clasicista, perfectamente gesticulado y honrado a través de su voz a capella.

A lo largo de la obra, representada en tan sólo una ocasión en la historia del Festival emeritense, concretamente en 1977, el color rojo, los cuchillos, los espejos y los cambios de humor de los actores se hacen notar como símbolos de dolor, sufrimiento, sangre y muerte.

Un argumento e interpretación impecable, con un montaje, vestuario e iluminación, que queda sin palabras y aliento, en la que una luz en penumbra destaca las figuras de los siete personajes semidesnudos, cuya única prensa es un pantalón negro.

"Áyax",incluida en el ciclo "Otra Mirada" de la LIV edición del Festival de Teatro de Mérida y concebida para las Olimpiadas Culturales de Pekín, se podrá ver en el Anfiteatro Romano emeritense desde hoy y hasta el próximo sábado, 19 de julio, a partir de las 23.00 horas.