A pesar de que los modernos centros de talasoterapia se comenzaron a construir en la provincia a mediados de los ochenta, con el hotel Byblos de Mijas como pionero, lo cierto es que a finales del siglo XIX aparecieron las primeras instalaciones en el borde del mar en Málaga, lo que se puede considerar como el inicio del turismo de salud, puesto que atraían a un gran números de visitantes de otras ciudades que venían a pasar largas temporadas.

Entre estos baños destacaba el Apolo, que era uno de los más grandes. En sus instalaciones se podían encontrar dos albercas para cada sexo e incluso ofertaba cuartos con pequeñas albercas para familias y otros con tinas para bañarse en agua de mar templada. Estos baños se localizaban en la antigua playa de Reding, actual playa de la Malagueta. Por otra parte, los Baños de La Estrella eran "más capaces y cómodos", tenían una alberca en tierra firme para "los días de extraordinario oleaje" y se utilizaban en el invierno a partir de 1870. Fundado por empresarios franceses, llegó acontar con más de veinte médicos. Era una instalación muy lujosa de estilo arabesco, precisando de renovación anual debido al deterioro que sufría durante el invierno, ya que era un edificio de madera. Aquí se utilizaba la técnica del baño de ola, con una escalinata y cuerdas, separados hombres y mujeres por estores de esparto.

Gracias a estos baños, en las guías de 1906 aparecen ofertas de billetes de ida y vuelta a Málaga con el objetivo de disfrutar de los beneficios del mar. Era usual cobrar 0,20 pesetas por servicio, mientras que si se compraba un abono de 12 ´duchas´ (estancia media del turista), el precio era de 2 pesetas, eso sí, con derecho a utilizar los chorros y regaderas.

A principios de los años 20 aparece la empresa Parque Balneario de Ntra. Señora del Carmen, que además de los baños ofrecía un club social, pistas de tenis y salón de baile lo que le daba un aspecto lúdico al lugar. Los famosos Baños del Carmen aún existen en Málaga, si bien se lucha por conservar estas instalaciones. A principios de siglo, el turismo de salud conseguía atraer a Málaga hasta 30.000 turistas para disfrutar de los baños.