José Tomás reaparecerá mañana en Santander y retomará su segunda temporada tras el regreso -que cerrará el 21 de septiembre en Barcelona-, en la que ha evidenciado que es con diferencia el mejor torero del momento y uno de los más grandes de la historia. Aunque Salvador Boix no está del todo de acuerdo: "Es el mejor torero de la historia. Sin ningún tipo de duda".

Boix ha vivido muy de cerca el retorno de José Tomás: es su apoderado, la persona que se encarga de la contratación de las corridas en las que interviene un torero. En el caso de Boix, sus funciones van más lejos, precisamente porque José Tomás es discreto y se mantiene alejado de los medios de comunicación: "Soy la persona que le representa públicamente". Y aún más: antes de trabajar juntos, Salvador Boix y José Tomás ya eran amigos.

Salvador Boix se sintió atraído por el mundo de los toros desde niño -se declara "militante" taurino- y también la música. Cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, respondía inmediatamente: "Músico de los toros".

Boix se fue a Barcelona a estudiar Historia, aunque abandonaría pronto la Universidad para dedicarse a la música. Después probaría con Historia del Arte, y paralelamente empezaría a participar en espectáculos musicales infantiles. Hasta que en 1981, después de haberse librado del servicio militar, fue un día a la Plaza Monumental de Barcelona. Y se enganchó de nuevo. "Tenía que llevarlo de forma semiclandestina, porque no ligaba demasiado que a alguien que se dedicaba a hacer espectáculos infantiles le gustaran tanto los toros", recuerda.

Y a partir de 1990, y precisamente gracias de los toros, llegaría a los medios de comunicación. Salvador Boix también empezó a hacer crítica taurina. En 1998 vio torear por primera vez a José Tomás, en Barcelona: "Me impresionó y ya entonces me di cuenta de que era un torero diferente". En 1999 José Tomás volvió a Barcelona: "Cogí un cámara y me planté en el aeropuerto dispuesto a entrevistarle". Entonces empezó su relación, que continuaría con algunas entrevistas más. "De forma semicasual, empezamos a hacernos amigos", resume.

Cuando José Tomás dejó los toros en 2002, Salvador Boix continuó un tiempo con la crítica taurina, pero en 2003 decidió dejarlo: "Iba a la plaza y salía con dolor de cabeza. José Tomás lo había dejado y aquello no era lo mismo". En este periodo mantuvo el contacto con José Tomás y se fueron haciendo más amigos. Hasta que en el invierno de 2006, el de Galapagar decide volver a torear: "Me dice que cuenta conmigo para trabajar con él. Le dije que encantado de la vida y me hizo su apoderado. Me sentí contento, agradecido y orgulloso de que hubiera optado por confiar en mí".

"Estar con él es muy ejemplar. Su actitud de ir siempre hacia delante te empuja, y además viendo lo que hace el matador, qué no vas a hacer tú. Yo trabajo con la máxima seriedad para intentar cumplir con lo que pide, que tampoco es nada extraño, porque se trata de una persona sencilla, generosa y respetuosa", dice Boix. Cuando se le pregunta si es cierto que José Tomás es tímido y reservado, admite que sí: "Él habla vestido de torero, en el ruedo. Para su vida privada es una persona reservada".

Y el apoderado califica de "solemne estupidez" los comentarios que se han hecho, a raíz de los riesgos que asume, sobre la voluntad de José Tomás de morir en la plaza: "Él ha dicho que torea para vivir y que vive para torear. Otra cosa es que salga dispuesto a asumir todos los riesgos, pero no ha inventado nada, simplemente honra la historia de los toros".