Su vida y su carrera se han nutrido de los mejores y los peores ingredientes, pero en la clausura del 43 Heineken Jazzaldia, Liza Minelli se ha exhibido como la artista que parece haber encontrado el camino intermedio y que tiene en su voz al mejor aliado.

La hija de Judy Garland y Vicente Minelli cumplió en marzo 62 años, ha superado una encefalitis vírica y varias operaciones de rodilla y de cadera, por lo que nadie la esperaba en plena forma física. Y no lo está, pero sí ha perdido mucho peso y apareció estupenda y más joven.

La duda, la de sus cualidades vocales, ha quedado disipada.

Siguen prácticamente intactas y lo ha hecho valer en este "show", en el que no han faltado las referencias a "Cabaret" y con el que ha paseado al público por el Broadway de los años 50.

"Teach me tonight", "The man I love" y "My ship" han sido las canciones con las que abrió un espectáculo medido al milímetro, en el que dirige largos parlamentos a la audiencia y cambia varias veces su vestuario. El negro y el rojo han sido los colores esta noche.

Un blusón de lentejuelas negro, pantalón del mismo color y la cinta sobre la frente de su pelo corto con patillas la han acompañado en la primera parte, en la que sentada ha cantado una gran versión del "Maybe this time" de "Cabaret".

La canción que da título a la película de Bob Fosse, con la que ganó el Óscar en 1972, vino después y dio paso a un más que largo descanso. ¿Volvería Liza al escenario?.

Carga con todo un currículum a sus espaldas para despertar la incertidumbre, pero se abrió el telón y allí estaba ella para pedir que se encendieran las luces porque apenas veía al público, al que le contó todo lo que se puede contar sobre su admirada madrina Kay Thompson, una de las personas que más ha influido en su vida y quien le comunicó la noticia de la muerte de Judy Garland.

A Thompson ha dedicado sus números de Broadway y por ella ha dado pasos de baile junto a cuatro repeinados caballeros, que la han acompañado hasta casi el final del espectáculo en unos divertidos números retro, que han incluido "Jubilee time" o "I love the violins".

Faltaba algo, la canción para la que sólo hay dos voces, la de Sinatra y la suya, la que hace que San Sebastián sea "casi la ciudad más maravillosa", porque la ciudad perfecta para Liza Minelli es "New York, New York". La dejó para el final. Extraordinaria.

Todos se despidieron, los doce músicos de su orquesta abandonaron la sala y la gente en pie aplaudía a esta mujer menuda, que acabada de recibir un ramo de flores.

Se iba ya, dejó las rosas en el suelo y volvió sola al piano para cantar a capella "I'll be seeing you". Fue el adiós definitivo.

La 43 edición del Festival de San Sebastián ha recibido también al violinista francés Jean Luc Ponty y su banda, que han ofrecido en la sala de cámara del Kursaal un recital de jazz eléctrico que ha entusiasmado a la audiencia, con un programa de viejos y nuevos temas propios y un homenaje a Thelonious Monk, "Monk's mood".

Soft Machine Legacy, Kate McGarry y Dapuntobeat ponen el punto final, ya de madrugada, a este Jazzaldia, del que mañana habrá balance.