Alrededor de 5,5 millones de personas, el 18,3 por ciento de la población adulta, están infectadas por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en Sudáfrica, la mayor proporción del mundo después de Suazilandia, donde alcanza a más del 23 por ciento, según ONUSIDA.

El organismo indica que el África subsahariana es la región del mundo donde el VIH más se ha propagado y, por ejemplo, en Mozambique, más del 16 por ciento de los adultos son portadores del virus, aunque agrega que en algunos países del continente la difusión se ha estabilizado e incluso ha retrocedido.

Kenia es un ejemplo de ese retroceso: de un 14 por ciento de población infectada a mediados de la década pasada se bajó al 5 por ciento en 2006, debido al cambio de costumbres sexuales, según el Consejo Nacional para el Control del Sida.

En Uganda, Burundi, Ruanda, Tanzania, así como en Burkina Faso, Costa de Marfil y Mali, también se ha reducido el porcentaje de afectados, lo que es un mensaje de esperanza para el continente.

Sudáfrica tiene uno de los mayores índices de criminalidad del mundo y se registran unas 55.000 violaciones al año, una media de 150 al día, según las autoridades.

Angie Botha, coordinadora de una ONG dedicada a paliar los efectos del sida entre los habitantes del depauperado suburbio de Reiger Park, en el sureste de Johannesburgo, señaló a Efe que recibía al menos cuatro casos de violaciones semanales.

Sin embargo, precisó, "desde que se dieron los ataques de violencia xenófoba y los inmigrantes huyeron, prácticamente no se dan casos" en esa zona, donde en mayo se produjeron muchas de las agresiones registradas en Johannesburgo contra extranjeros.

Botha apuntó a los inmigrantes, que ahora se encuentran en su mayoría en campos de refugiados, como supuestos autores de muchas de las violaciones en esa zona.

El desconocimiento de la enfermedad no es la causa, según ella, de que Sudáfrica padezca un mayor número de afectados, pues más del 85 por ciento de las mujeres y el 80 por ciento de los hombres dice saber que el virus puede prevenirse con el uso de preservativos y limitando su vida sexual a una sola pareja no infectada.

"La gente conoce la enfermedad, pero no quiere hablar de ella", agregó Botha.

Prescilla, de 41 años, está infectada del VIH. Fue su pareja, que murió de sida hace cuatro años, quien le transmitió la enfermedad hace casi quince.

"Me infecté porque mi marido empezó a mantener relaciones sexuales con otras mujeres", dijo a Efe Prescilla, quien aclaró que "yo también mantenía relaciones con él, y sin protección, porque era mi marido y confiaba en él".

Prescilla supo de su condición de seropositiva cuando una tos severa le hizo acudir al hospital: "Cuando me lo dijeron no estaba asustada ni tenía miedo, porque ni siquiera sabía lo que significaba VIH, y lo que más me afectó fue que la gente ni siquiera quería sentarse a mi lado".

Las cosas han cambiado mucho: "Cada día la enfermedad está mas aceptada socialmente, aunque es un proceso muy lento", dijo Botha, quien también apuntó que, en ocasiones, los infectados "se enfurecen" al enterarse, e "infectan al resto de la gente porque alguien les ha infectado a ellos".

Las infecciones intencionadas son algo que las organizaciones dedicadas a reducir el impacto del VIH no pueden controlar, ya que las leyes sudafricanas prohíben que las ONG informen al resto de la población de quiénes son seropositivos.

Las sentimientos de Botha están enfrentados con respecto a esta medida gubernamental: "Ojalá pudiéramos hacer algo contra este tipo de infecciones, pero no podemos vigilarles constantemente y ellos tienen su vida privada".

En los años noventa, cuando se infectó Prescilla, la población no contaba con la ayuda de los servicios sociales del Gobierno, pero ahora ella es una de las numerosas personas que reciben una pensión del Gobierno especial para estos enfermos.

Alrededor de 800 rand mensuales (unos 65 euros) han cambiado su vida: "Antes me preocupaba mucho, porque veía que estaba enferma y que no tenía comida para darle a mis hijos, pero ahora estoy bien".

Sin embargo, se queja de que las ayudas monetarias son lo único que ha mejorado en la Sudáfrica posterior al "apartheid", pues, según Prescilla, "antes no había tanta delincuencia y estábamos mucho más seguros".