Se suponía que un meteorito había caído anteanoche en el norte de Letonia, junto a la frontera con Estonia, dejando un cráter de veinte metros de diámetro y diez de profundidad, sin causar víctimas. Las agencias de información y las páginas webs se volvieron ´locas´ con la noticia del cuerpo celeste, pero horas después se descubrió el ´engaño´: fue una campaña de márketing ideada por la compañía telefónica Tele2.

A primera hora de la mañana los expertos, que creían haberse dado con un canto en los dientes, elucubraban sobre el supuesto meteorito: el cuerpo caído podía ser un satélite artificial o su fragmento. "Lo más probable es que se trate de un meteorito de hierro con un un diámetro de cerca de un metro y una masa de varias toneladas", comentó a RIA-Nóvosti Vladímir Svetsov, del Instituto de Dinámica de Geosferas de la Academia de Ciencia de Rusia. El científico explicó que los meteoritos de roca como regla no llegan hasta la superficie de la Tierra, pues se destruyen y se queman en la atmósfera.

Pero todo cambió horas después, al examinarse el lugar de los hechos. Al no encontrar los científicos restos del supuesto cuerpo celeste que habría provocado tal cráter y al notarse que el terraplén era demasiado pronunciado y su profundidad demasiado grande, el asunto pasó a mayores y las autoridades anunciaron que abrirían un expediente penal y exigirán responsabilidades a las personas que lo hicieron, que tendrían que pagar cuantiosas multas para resarcir los gastos de todos los servicios que participaron en el examen del cráter.

Minutos después, el diario ´Diena´ fue contactado por responsables de Tele2, con sede en Letonia: ellos habían ideado todo el asunto, con el rocambolesco objetivo de "demostrar que incluso en tiempos de crisis Letonia puede hacer cosas divertidas", según la empresa. Lo que no se sabe aún es si le resultará divertido a Tele2 abonar las multas por degradar el citado terreno. Al dueño de la granja en que todo esto sucedió desde luego no le ha gustado que se destapara el engaño: ya estaba cobrando entrada a los curiosos que se acercaban a la zona para ver el cráter.