La idea de colocar letrinas de minusválidos durante la celebración de las Fallas en Valencia para que las falleras puedan entrar con sus voluminosos vestidos no parece tener el éxito esperado. Muchos son los problemas con los que choca la ocurrencia, pero el principal es que entre enaguas, ahuecadores, forros y faldas, la mujer valenciana prefiere salir aliviada de casa.

La intención, como tal, es buena y posiblemente con el tiempo triunfe. La lanzó la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia, María José Broseta, después de oir quejas de la falleras que no caben literalmente en las letrinas portátiles normales. Entrar en una de ellas es una odisea que la delicadeza de las telas y la pulcritud de las "perchas" no aconsejan afrontar.

Así pues, el ayuntamiento recogió el guante y, pese a la premura de la solicitud, ha incluido entre los 320 váteres 16 de minusválidos, que son más anchos y facilitan la operación de descarga.

Pero ni por esas. Los hechos han demostrado que este tipo de servicios sigue provocando recelos entre las portadoras del traje típico valenciano.

"Yo no entro en un váter de estos ni loca", comenta una fallera junto a dos de estas letrinas colocadas ante las Torres de Serranos, un punto de afluencia de falleros por la ofrenda. "Yo no llevo mucho encima -dice señalándose el vestido-, pero una seda vale seis o siete mil euros. ¿Tú crees que alguien que lleve un traje de esos va a entrar ahí?", se pregunta.

Generalmente, "las falleras van al baño en su casa o en un bar. Miran si está limpio y van dos o tres para ayudarse con el traje. Es la única forma", relata.

Otras falleras que terminaban la ofrenda a eso de las seis de la tarde coincidían en el veredicto. "Yo me he vestido a las diez de la mañana y todavía no he hecho pis", comentó una de ellas, que, por otra parte, era de las pocas que tenía conciencia de la existencia de estos nuevos servicios.

Y es que además del problema de la limpieza y la complejidad del vestido, estas letrinas tienen otras dos dificultades. La más importante es que están señalizadas como váteres para minusválidos y la gente los respeta. La otra es que algunas cabinas están muy escondidas o alejadas del paso de la gente.