Le llaman el "médico de las estrellas". No utiliza bisturí, sólo una jeringuilla y ´cócteles´ de vitaminas. Isabel Preysler, Rania de Jordania, las Koplowitz, George Clooney, Berlusconi, Lagerfeld, Catherine Deneuve, Farah Diba... la lista, confirmada o rumoreada, es interminable y espectacular. Una vez al mes pasa consulta en Valencia.

–Hace poco, los dermatólogos alertaban acerca del ´síndrome de la mujer fashion´ y del uso del bótox, el ácido hialurónico e inyecciones varias.

–Estoy de acuerdo en que todo exceso no es bueno. La gente ahora está más informada, más advertida y sabe más, no piden cosas imposibles como hace veinte años. Quieren algo muy natural, no agresivo, no invasivo.

–Una mujer británica lleva más de 50 intervenciones para parecerse a Nefertiti. Dígame si eso no es obsesión.

–Sí, hay casos de obsesión y de exceso, pero uno o dos. Los cirujanos también realizan infiltraciones para retrasar el envejecimiento y el momento de operar.

-Ésa es la filosofía de sus tratamientos sin cirugía.

–Rejuvenecer pero sin cambiar la cara.

–De todos modos, ¿luchar contra el paso del tiempo no es ir contra natura?

–Absolutamente no. Ahora vivimos más y se llega a los 85-90 años con la mente muy bien y la gente quiere un físico que se corresponda más con esa edad mental. La cabeza no puede soportar ese aspecto, lo que ve en el espejo no corresponde con lo que siente. Y lo entiendo y se puede ayudar a esa gente. A edades muy avanzadas.

-Dígamelo, por favor, ¿qué contienen sus inyecciones?

–Hay cócteles de productos muy bien hechos. Esto es como la cocina. Si no pones la cantidad justa de sal, puedes echar a perder la comida. Hay que saber qué producto necesita la piel en cada parte de la cara. Y tener gusto. Tampoco buscar la perfección: es mejor dejar una arruga y un aspecto natural que una cara rara. Ése sería el secreto.

–Usted presume de tener la discreción como norma, pero conocemos los nombres de muchísimos de sus clientes famosos, actrices, reinas...

–Muchas personas famosas lo han dicho públicamente. Están contentas de decir que las traté, que las ayudé a envejecer en condiciones. Cuando tratas una reina vienen más reinas, el boca-oreja es la mejor publicidad.

–¿Entre su clientela hay más mujeres que hombres?

–Hace treinta años, en París, tenía un hombre por cada diez mujeres. Ahora son tres o cuatro. En algunos países hay más hombres por ejemplo en Italia, prácticamente 5 y 5.

–¡Uno es Berlusconi!

–Très bien. Dentro de veinte años habrá tantos hombres como mujeres. A ellos les preocupan otras cosas, las ojeras, la papada, las bolsas. En los políticos, la cara pública cuenta mucho.

–Igual usted ha contribuido a alguna victoria electoral.

–Seguro, es muy importante para transmitir.

–Pero resulta caro.

–No, porque tratamos toda la cara. Frente, ojos, cuello, mejillas, escote... por 700 euros la sesión. El bótox parece más económico pero esto está más repartido. Luego hay tratamientos de urgencia, hay quien tiene suficiente con 2, 3 o 4 sesiones. Si se empieza con treinta años, basta con una al año. Y la juventud no tiene precio.

–Ahora lanza una crema. ¿Si democratiza su método no perderá los clientes VIP?

–Ése no ha sido nunca el objetivo, intentamos democratizar el tratamiento, que sea para todo el mundo.

–¿Quiénes pasan por su consulta de Valencia?

–Un personaje de la televisión, dos hombres políticos...

–Ya que no da nombres, diga al menos el partido político.

–No. Pero no crea, la izquierda se trata muy bien.