Concha Velasco se transforma en una ex prostituta en 'La vida por delante', en una inmersión en un difícil papel que le ha granjeado unánimes elogios del público y de la crítica especializada. Rubén de Eguía, José Luis Fernández y Carles Canut acompañan a la veterana actriz en la puesta en escena de la obra de Romain Gary, que dirige Josep Maria Pou. Los críticos han dicho de Velasco que construye "un personaje versátil, entrañable y poderoso", que "absorbe hasta la última gota de la esencia del conmovedor personaje (…) y consigue que la verdad de la vida suba al escenario", o que "exhibe sin recato una feliz madurez y su trabajo es una espléndida lección moral para cuantos colegas, ellas y ellos, están enemistados con el calendario".

'La vida por delante' se representa mañana viernes, el sábado y el domingo (21.00, 20.00 y 19.00 horas respectivamente), en el Teatro Cervantes de Málaga. Rubén de Eguía también ha recibido abundantes elogios por su papel de Momo, el adolescente árabe que se aferra al cariño de Madame Rosa (Velasco) en esta obra sobre marginados que habla de tolerancia, enfrentamiento de culturas y buenos sentimientos desde una perspectiva irónica y con mucho humor y ternura. La vida por delante nos describe el sórdido paisaje humano en el que Momo hace su aprendizaje vital. Desde la ingenuidad de su adolescencia denuncia el racismo, el materialismo y reflexiona sobre la vejez, la soledad o la eutanasia.

'La vida por delante', novela con la que el escritor y diplomático Romain Gary (1914-1980) –bajo el pseudónimo de Émile Ajar– ganó el premio Gouncourt en 1975 y de la que se hizo una versión cinematográfica (Madame Rosa), sorprende por su plena vigencia. Josep María Pou ha partido de la adaptación teatral de Xavier Jaillard, que recientemente ha triunfado en Francia, para dirigirla.

"Es la vida, Madame Rosa, sólo es la vida"

Madame Rosa es una ex prostituta judía, superviviente de Auschwitz, que se gana precariamente la vida dando albergue temporal en su casa de París a los hijos no deseados de las prostitutas del barrio. El edificio donde vive está habitado por personajes pintorescos, el conserje Monsieur Mimoun, Monsieur Charmette, Madame Lola, los hermanos Zaoum,… Madame Rosa cuida a doce chiquillos a los que sus madres visitan a veces y llevan un poco de dinero. Pero para Momo, un muchacho árabe de catorce años, Madame Rosa es su única familia.

"Es la vida, Madame Rosa, sólo es la vida". Ésta es la respuesta de Momo a las preguntas de Madame Rosa, empeñada en conocer a ciencia cierta el alcance de su enfermedad. La vida, pues, sobre el escenario; en pequeñas dosis; a modo de ilustraciones; leves pinceladas impresionistas; viejas fotografías de colores desvaídos por el paso del tiempo, pero en las cuales reconocemos, aquí y ahora, una realidad social todavía presente.

Dos vidas —dos hogueras— que se encuentran y se cruzan en dirección contraria: una que se apaga lentamente, cansada de luchar contra el viento de la historia, los años y el deterioro, y otra que se aviva con la rabia provocada por la falta de respuesta a tantas preguntas.

Dos biografías: una con la maleta llena de recuerdos y pesadillas, y otra tan ligera de equipaje que convierte esa levedad en una carga mucho más pesada. La soledad, la necesidad de compañía, los orígenes, la familia, el derecho a morir dignamente, la tolerancia y el entendimiento por encima de razas, religiones, creencias, estados, naciones y políticas más o menos oportunistas. Y todo expuesto de manera sencilla, con humor y ternura a partes iguales.