La realidad y la ficción se entrelazan en El anorak de Picasso de José Antonio Garriga Vela, un anorak cuya confección el pintor malagueño encargó al padre del autor en 1934 para poder así visitar su casa, donde años antes Rusiñol y otros modernistas fundaron el Cau Ferrat. Garriga Vela nació en el número 38 de la calle Muntaner de Barcelona y descubrió leyendo el libro de Josep Pla Rusiñol y su tiempo que aquella «casa encantada» en la que creció fue el escenario del nacimiento del movimiento modernista en Cataluña. En aquel piso en el que Rusiñol fundó el Cau Ferrat Picasso se mantuvo quieto frente al espejo mientras el padre del autor le tomaba las medidas, «inmóvil ante la presencia de Rusiñol, Casas y Clarasó», explicó Garriga Vela siguiendo la descripción que le hizo su padre de aquella inesperada visita.

El piso de Muntaner y los vecinos del edificio fueron la fuente de inspiración para ´Muntaner 38´, Premio Jaén de Novela en 1996 y segunda novela del autor, que confiesa encontrar en la vida real los personajes de sus historias. «Los escritores vemos un poco más allá, vamos por la vida con los ojos muy abiertos porque en la cotidianidad están las mejores historias», aseguró. Todas sus obras están narradas en primera persona y basadas en su vida real, en lo que observa y en la gente que le rodea, «porque así implico al lector y es más creíble», explico el autor, que resolvió su última novela, Pacífico, a raíz de una conversación entre dos viajeras de autobús escuchada por casualidad. En El anorak de Picasso, Garriga Vela hace un recorrido por todos sus libros, obras con un estilo común muy característico, todas narradas en primera persona y basadas en sus recuerdos de la infancia. «La infancia te permite hablar con total libertad porque desde la voz de un niño puedes decir lo más cruel y lo más divertido, porque se dice desde la inocencia», explicó el autor. Utilizar los nombres reales de las personas que le inspiran le ha ocasionado más de un problema y varios de sus compañeros de colegio o vecinos de Muntaner no se alegraron al verse reflejados en sus novelas. Por eso, en Los que no están, decidió «tomar la precaución de inventar los nombres de los protagonistas».Pero la literatura le ha llevado también por caminos sorprendentes y después de describir la belleza de su vecina Judit, que a los ocho años le cautivó, descubrió que también el poeta Joan Margarit le había dedicado un poema en la misma época y juntos la localizaron y pudieron reunirse con ella.

Considerado uno de los autores fundamentales de la narrativa contemporánea española, Garriga Vela aseguró que la literatura ha marcado su vida y, aunque siempre supo que se dedicaría a escribir, si hoy fuera más joven tal vez no se atrevería a intentar vivir de ella.