Los guerrilleros rondeños han sido ninguneados por la historia. El destino que algunos de ellos siguieron tras la Guerra de la Independencia, continuando con la ´carrera de las armas´ ya de bandoleros, fue exagerado y deformado por el Romanticismo, que dejó en el olvido el vital papel estratégico que jugaron en la lucha contra los soldados franceses en Andalucía.

Ya lo dijo en su vejez el coronel francés Jean Marnier: "Por todas partes asaltantes invisibles, escondidos a millares en las matas, en el fondo de los despeñaderos, emboscados en la esquina de cada muro, nunca sosiego ni descanso, la traición siempre y por doquier".

El conocimiento del terreno de estos hombres sublevados hizo mucho daño al ejército napoleónico, que sufrió el constante corte de suministros, ataques sorpresa y la distracción de sus fuerzas, lo que convertiría España en una nación que nunca se sometió al invasor.

La Guerra de la Independencia llega a Andalucía en enero de 1810, cuando 60.000 soldados franceses bajan por Despeñaperros. Málaga es la única capital andaluza que planta cara al invasor y aunque Ronda cae sin resistencia el 10 de febrero, ocupada por un regimiento de húsares, la noticia provoca la sublevación de los pueblos de la Serranía, empezando por Casares que, como recuerda el académico Manuel Olmedo Checa, se convertiría en la única población, junto con Cádiz, en la que no entraron los soldados de Napoleón.

El 29 de febrero, una treintena de soldados de infantería y jinetes franceses trata de hacerse con una potrada cerca de Casares, pero son masacrados por guerrilleros de varios pueblos de la zona, que utilizaron como armas "escopetas, espadas, hoces de podar y otros instrumentos más propios de la agricultura que para batallar", según cuentan las crónicas. En los primeros tiempos, organizaría las partidas de guerrilleros José Serrano Valdenebro, un militar de Cortes de la Frontera.

Entre los éxitos de los guerrilleros destacan la breve ocupación de Ronda y la entrada en la mismísima capital en marzo de 1810, una semana después de que Málaga fuera visitada por José I, el rey intruso. Unos 400 serranos a pie y 60 a caballo irrumpieron por Teatinos "los primeros con escopetas y cuchillos y algunos pocos con fusiles y los segundos con aparejos redondos... Y todos sin escopetas y sin espadas", recuerda el médico José Mendoza en su diario sobre la ocupación francesa. La aventura duraría poco menos de un semana.

Para organizar mejor la lucha guerrillera se dividió la Sierra en seis cantones: Casares, Jubrique, Benarrabá, Igualeja, Benaoján y Villas. Estaban los guerrilleros apoyados además por un servicio de inteligencia que, perfecto conocedor de los caminos de la Serranía de Ronda, informaba con tiempo de las incursiones enemigas. Además, el ingenio jugó un gran papel; en la fase de más desgaste de las fuerzas francesas, Serrano Valdenebro incorporó a la lucha un espléndido medio de transporte: un rueda gigante en cuyo centro se colocaba una pieza de artillería (ver dibujo en la página siguiente).

Los guerrilleros se incorporaron a la estrategia de guerra contra los franceses, aportando su destreza, atacando en grupo y a veces en solitario o con escasos efectivos: en febrero de 1811, muere de un disparo el gobernador militar de Ronda, el coronel Baussin, alcanzado por el disparo de un guerrillero emboscado cerca del Tajo y que logró escapar.

La ´pinza´ de Cádiz-Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda costó muchos disgustos a las fuerzas francesas. Ahí, están, por ejemplo, los 53 combates que los guerrilleros de Benaoján, con José Aguilar al frente, mantuvieron contra los franceses en los dos años y medio de lucha. El académico Manuel Olmedo Checa recuerda en su libro ´Documentos para la Historia de la Guerra de la Independencia en la Serranía de Ronda´ que el ´Carril´ entre Ronda y Gaucín, escenario de decenas de combates y refriegas, fue conocido como ´el camino de la amargura´.

A mediados de 1811 la guerrilla se militariza y se incorpora a las fuerzas del general Ballesteros, que realizará incursiones por gran parte de la provincia y el Campo de Gibraltar. El 28 de agosto de 1812 Francisco Ballesteros entra en Málaga. La guerra acababa en la provincia y, poco después, en toda España.

Mucha razón tuvo José I, el hermano de Napoleón cuando, nada más convertirse en el rey de los españoles escribió a su hermano: "Yo tengo por enemigo a una nación de doce millones de habitantes, bravos y exasperados hasta el extremo... No, Señor, estáis en un error; vuestra gloria se desvanecerá en España". Los guerrilleros malagueños contribuyeron como pocos a hacer realidad esta premonición.