La descomposición de vientre es un problema universal, a pesar de que los grandes autores del mundo antiguo apenas lo reflejan y ni siquiera hay rastro de ´retortijones´ en las epopeyas de los héroes griegos.

A pesar de la adversidad de esta súbita maldición, el malagueño medio aguanta la compostura, incluso si ´el aviso´ le pilla en un evento deportivo o en el transporte público.

Sin embargo, una minoría de afectados opta por la huida a un rincón sombrío y recogido, mayormente un portal, en el que realizar el acto infecto e innombrable, que no se lo salta un galgo. La ingestión previa de alcohol, en cantidades industriales, suele funcionar de ´agente desinhibidor´.

Como el insulto andaluz "Yo me voy a cagá en toa tu nación" (sic) suele materializarse en algunas calles malagueñas, sobre todo los fines de semana, el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento ha impulsado una esperanzadora figura punitiva: "Escupir/satisfacer las necesidades fisiológicas en la vía pública".

Con esta infracción, premiada con hasta 150,25 euros de multa, se contempla tanto al ´gargajero´ como al meón y al ´caganet´. Y es que, aunque los productos ´largados´ en plena calle sean distintos, todos merecen el mismo castigo por tener un origen común: un cuerpo serrano y malagueño que no se sabe contener.

Terral

Fuego airado que si no procede del Sáhara, como dice la leyenda, se le parece.