El repunte de los casos de violencia en el hogar ejercida por menores se ha convertido en un tema de análisis por parte de especialistas en psiquiatría y psicólogos. Los expertos coinciden en que el joven es ahora "más agresivo" por un cambio de mentalidad en la sociedad y la aparición de valores ligados al consumo y el dinero fácil. Pero también responsabilizan a los padres del comportamiento violento de sus hijos.

"Se ha pasado de la obediencia a los padres a la obediencia a los hijos. Los adultos no saben qué líneas seguir para educar a los niños ante los cambios sociales. Imperan las formas del no castigo", expone la psicóloga María José Zoilo.

Pero en los comportamientos agresivos de los menores subyacen frustraciones, derivadas de la imposibilidad de conseguir metas o caprichos. "Estas frustraciones van a desembocar en conductas violentas. A veces los padres fomentan esto, porque les complacen con regalos y juguetes, les acostumbran a que sus deseos se sacien y cuando ocurre lo contrario, los niños no saben tolerarlo", señala Juan Miguel Aguilar, psiquiatra del Hospital Materno Infantil de Málaga. No obstante, este experto diferencia dos grupos de menores agresivos; por un lado, aquellos que siempre han existido con cuadros depresivos y psicóticos, y los niños que no tienen ninguna patología pero por el cambio de los roles sociales se comportan de forma violenta.

En los supuestos de malos tratos, la instancias judiciales priman más que nunca medidas de reintegración en el núcleo familiar y la conciliación con los padres. "Debemos tener en cuenta que el niño a priori no ve mal la conducta, porque forma parte de su moral del día a día. Ve la violencia como un juego", asegura Zoilo.

Los pisos de convivencia son espacios donde los menores agresivos intentan reformar su conducta con otros adolescentes que tienen los mismos problemas. "Para que el resultado sea bueno, tanto padres como hijos deben recibir apoyo, las medidas tienen que individualizarse, no vale improvisar", sostiene la psicóloga.

El psiquiatra Juan Miguel Aguilar se detiene también en los niños testigos de la violencia machista en el hogar que asumen el rol del padre. "Si se crea un ambiente hostil es fácil que ocurra de nuevo. En el desarrollo psicológico del menor es relevante la identificación con el padre, que es una figura emocional muy fuerte. Esto explica que el niño repita esos actos violentos", razona.

En la adolescencia los patrones biológicos también influyen en el comportamiento, así como el círculo de amigos. Aguilar dice que la identificación con la pandilla influye también en las conductas agresivas. Esta circunstancia se va a tener en cuenta en los programas terapéuticos para impulsar grupos de charla con varios jóvenes. Este psiquiatra dice que los trastornos de conducta están detrás de la violencia en el hogar, y añade que ya suponen el principal motivo de consulta médica. Por su parte, Zoilo aboga por que las administraciones no esperen tanto para aplicar sanciones por las conductas violentas.