La desaladora de El Atabal ha producido un cambio muy importante en la calidad del agua que beben los malagueños. La Empresa Municipal de Aguas realiza análisis periódicos de la que sale del grifo. La gran novedad ahora es que en la web del organismo (www.emasa.es) cualquier ciudadano puede consultar las tablas con los parámetros.

Los estudios atestiguan que se trata de un agua que poco tiene que envidiar a la embotellada. De hecho, el gerente de Emasa, José Luis Rodríguez, asegura que el agua que bebemos es la mejor de todas las capitales del Mediterráneo.

De entrada, tiene poca cal. Los usuarios estaban acostumbrados a recibir en sus hogares un agua muy dura, que superaba los 400 miligramos de calcio por litro. En la actualidad, los análisis sitúan este parámetro en 132 miligramos por litro. "Ya no es necesario adquirir agua mineral para el consumo, no hay que transportar las pesadas garrafas desde el supermercado y, por otra parte, como el agua del grifo tiene menos cal, disminuye el gasto de jabón y detergente, ya que produce mucha más espuma, alarga la vida de los electrodomésticos y las comidas tienen mejor sabor", dice Rodríguez, que no se olvida de las personas propensas a sufrir cálculos en el riñón.

Los hipertensos tampoco tienen problemas a la hora de beber el agua del grifo, ya que los niveles de sodio están por debajo de 80 miligramos por litro.

La conductividad también se ha dividido por tres: "La salinidad que tiene el agua desde la puesta en marcha de la desaladora es mucho más baja. Los últimos ensayos la sitúan en 563 miligramos por litro, a pesar de que hemos tenido un pequeño problema con el riego de la central eléctrica de El Chorro, que estuvo bombeando por la noche y aumentó la conductividad".

La mejor agua que llega a Málaga procede del río Grande, aunque hace tiempo que no se trae agua de esta zona cercana a Pizarra. Eso sí, en épocas buenas, según Rodríguez, el 30% del agua que llega a la capital procede de este afluente del Guadalhorce. "Consumimos 15 hectómetros cúbicos de los 65 que suministramos al año", insiste el responsable de la empresa.

Otro mito que queda desterrado, según José Luis Rodríguez, atañe a que las tuberías no influyen en el sabor del agua y tampoco la distancia entre el origen y la planta. "Hablamos de componentes químicos, no orgánicos ni biológicos".

El laboratorio central de Emasa, junto con los de las plantas de El Atabal, Guadalhorce y Peñón del Cuervo, constituye una pieza básica en las actividades de la compañía. "No sólo realiza toda la gama de ensayos, análisis y controles de calidad necesarios para el funcionamiento diario de Emasa, sino que trabaja también en numerosos programas de investigación y mantiene una exitosa tradición de servicios al exterior" concluye Rodríguez.