Carmen, de 61 años, lo tuvo claro desde el principio. Quería darle un riñón a su hijo Tomás, que desde hacía dos años sufría insuficiencia renal y tenía que someterse a diálisis periódicas en el hospital. No tenía miedo de la operación, ni de los efectos de vivir con un sólo riñón. Todo lo contrario. "Mi madre me tuvo que convencer a mí, porque no me agradaba que se sometiera a una intervención para el transplante. Pero cualquiera le dice que no", explica el joven, policía local de profesión, aunque de momento está de baja laboral.

Ahora Tomás le da mil gracias a su madre por su regalo. El mejor que le podía dar. Dice que volvió a nacer el 11 de diciembre de 2007, fecha de la operación. "Las estadísticas parecían estar en mi contra, pero me equivoqué. Y ahora entiendo la insistencia de mi madre", asegura Tomás, de 38 años, que ayer contó su historia ante una decena de periodistas en el salón de juntas del Hospital Carlos Haya de la capital.

Pero en esta ocasión la otra protagonista era su madre, una de las pocas donantes de riñón que se cuentan en Málaga. "Es curioso pero ahora vivo mejor con un solo riñón. No tengo que ver a mi hijo sufriendo", relata Carmen emocionada.

Sólo el uno por ciento de los trasplantes renales se hace con el órgano de un donante vivo. En Málaga se han practicado únicamente dieciocho. Pero las garantías que ofrece son mayores. Si la esperanza media de que funcione un injerto de una persona fallecida es de 10 años, en las intervenciones de donantes vivos la cifra se eleva a casi 17 años. Y alcanza los 40 años si el riñón es de un gemelo.

Carmen habla de los mínimos riesgos en la operación de la extracción del órgano con técnicas de cirugía laparoscópica. A los tres días el donante puede estar en casa y hacer una vida normal. "Yo no me enteré de la intervención, fue muy cómoda", indica. Los avances en la cirugía simplifica el proceso y hay una menor incidencia de rechazo agudo. Además, se acelera la recuperación del paciente con el riñón trasplantado. Hasta la fecha se han realizado siete trasplantes con esta técnica.

Tomás acude periódicamente a revisión médica, pero asegura encontrarse "perfectamente bien". Aún está en fase de recuperación, pero dice que llevará una vida normal, aunque tendrá que pasar a segunda actividad en la Policía Local. "Llevo 15 años en el trabajo y fue muy duro apartarme del puesto. La insuficiencia renal se originó después de una infección coronaria. Pero tras el trasplante afronto con muchísima ilusión esta etapa. Me siento muy feliz", señala.

25 cumpleaños. Ramón no puede contener la emoción cuando habla del trasplante que le salvó la vida. A sus 64 años puede presumir de ser uno de los cuatro malagueños que han superado los 25 años de funcionamiento del riñón implantado, y han evitado de esta forma más de 15.000 sesiones de diálisis.

El 22 de junio de 1983 se sometió a la operación en el Hospital Carlos Haya. "Me emociono porque gracias a estos profesionales estoy aquí".

Le diagnosticaron la insuficiencia renal a los 37 años. En aquel momento trabajaba como transportista en la Aduana y fue un "golpe" la noticia. El riñón le funcionaba al 10 por ciento y necesitaba un donante. Se sometió al tratamiento de diálisis durante año y medio, hasta que le comunicaron que había un riñón para él. "Éramos cuatro los candidatos, me hicieron las analíticas y a esperar. Cuando los médicos me dijeron que existía un órgano compatible no sabía si reir o llorar. No me lo creía", recuerda.

Ramón dice que le enseñaron el riñón en un frasco y le manifestaron que eso solucionaría sus problemas. "Gracias al donante lo cuento. Me considero un privilegiado", indica. Su recuperación fue rápida y a lo largo de estos 25 años no ha sufrido ningún problema de riñón.

Ramón ha sido el artífice del encuentro con pacientes con órganos trasplantados, y anima a la sociedad a seguir el ejemplo de Carmen. "Los médicos me dijeron que por el riñón no me moría, que quizá podría caerme encima un ladrillo o darme un infarto, pero de riñón nada. Y por ahora han acertado", bromea.

El Hospital Carlos Haya lidera los trasplantes renales en la comunidad andaluza. En los últimos 30 años se han practicado un total de 1.888 operaciones, la mayoría de riñones de personas fallecidas. La media anual de trasplantes supera el centenar.

Pese a los avances quirúrgicos, en la actualidad existen 209 pacientes a la espera en Málaga de una donación de riñón. La escasez de órganos, el aumento de la edad del donante y la longevidad de la población explican que la lista de espera no disminuya aunque se hagan más trasplantes.