Lo vio caminando con dificultad y se detuvo a su lado para preguntarle si se encontraba bien. Era medianoche, tenía la cara cubierta de sangre, restos de tierra y parecía desorientado. Sus primeras palabras fueron aún más desconcertantes porque estaba convencido de que iba para su casa cuando lo único que había delante era campo. "Si no lo detengo, se habría adentrado en una zona peligrosa, con barrancos por los que podría haberse caído", recuerda Manuel Ternero.

Este taxista malagueño regresaba a su casa después de un duro día de trabajo. Estaba entrando en la barriada de Los Riscos, cerca del pantano del Agujero, cuando descubrió al anciano. "Le pregunté si quería que lo llevara a algún lado y me dijo que sí, que a su casa, pero claro, no sabía dónde era. En esos momentos pasó un joven y le pregunté por el número de la Guardia Civil. Tuvimos suerte. Justo en esos momentos pasaba una patrulla".

Lo primero que hicieron los agentes fue avisar al 061. "Nos comunicaron que un taxista había encontrado a un señor mayor sangrando en la barriada Los Riscos, tenía heridas en la frente como de haberse caído. No hablaba con coherencia, sólo decía su nombre y su apellido", señaló Rosario Martín, una de las enfermeras que lo atendió.

Desaparecido. "En un principio pensamos que podía haberse escapado de una residencia que hay cerca de la zona, pero sus datos no figuraban en ninguna parte. Uno de los técnicos que iban en la ambulancia se acordó de que al salir del hospital, había visto un cartel con la foto de un hombre desaparecido y relacionó los casos. Llamamos al Carlos Haya, nos dieron el teléfono que aparecía en el cartel y la Guardia Civil se puso en contacto con la familia mientras nosotros los trasladamos al Hospital Civil. Cuando llegamos al hospital estaba allí toda su familia, incluida su hija. Fue todo muy emotivo".

Al parecer llevaba perdido desde la 15.00 horas, por lo que estuvo caminando todo el día. Según confirmaron sus familiares en el centro hospitalario, el hombre padece alzheimer. "Fue una suerte encontrarlo porque si hubiera seguido caminando podría haber llegado a una zona peligrosa y podría haber ocurrido una desgracia", celebra Ternero. Lleva 33 años a bordo del taxi y admite que nunca deja de sorprenderse. "Aunque no trascienda, al cabo del día ayudamos a muchas personas que tienen problemas. Y eso, gusta".