Hay momentos en la vida que son cruciales para el desarrollo personal de los jóvenes. Hay que elegir un camino y saber cuál es el correcto es complicado. Por ello, en ocasiones muchos adolescentes, debido a encontrarse inmersos en familias desestructuradas o porque sus amigos no son los más adecuados, se equivocan de camino. Un camino que desemboca en los centros de internamiento ´San Francisco de Asís´ y ´La Biznaga´ con un compañero de fin de viaje: un proceso judicial.

Todo el mundo comete errores en algún momento de su existencia y todos debemos tener oportunidad de enmendarlos. Por ello, empresas malagueñas ofrecen a estos menores una segunda oportunidad porque creen en sus posibilidades y en sus ganas de no volver a ese pasado que tanto mal pudo hacerles.

Por ello, la Consejería de Justicia y Administración Pública realiza desde el año 2006 el programa ´Lucha contra la discriminación´, que ha apostado por la formación de menores con medidas judiciales y su posterior reinserción laboral. Gracias a esta iniciativa, en Málaga se les ha dado la oportunidad a 364 jóvenes (51 con becas, 107 con contratos realizados y 204 en programas de formación).

En este tipo de programas, se ha integrado Bancosol, organización sin ánimo de lucro destinada a la recogida de alimentos para su posterior reparto a asociaciones. En Bancosol acogen tanto a menores y adultos que deben cumplir una serie de horas de servicios a la comunidad.

"Los menores vienen acompañados de un coordinador y se les hace un contrato con el número de horas que deben realizar", explica Marta Rueda, responsable de la entidad de medio abierto, quien destacó que los menores deben firmar al final de su jornada laboral para contabilizar las horas.

Un trabajo no remunerado pero que sirve para que los jóvenes adquieran una serie de responsabilidades. Aunque al principio son algo reticentes. "Muchos llegan diciendo que ellos no van a trabajar sin cobrar nada, pero, como les guste o no lo tienen que hacer, cuando salen de aquí el cambio es muy bueno y se van con otra actitud", subraya Rueda.

Exigencia. La responsable de menores de Bancosol refiere que hay que ser muy exigentes con ellos y que al principio hay que estar pendientes de su trabajo para ver cómo se desenvuelven. "Hemos tenido jóvenes excelentes y nosotros estamos encantados de poder colaborar para que vuelvan a adquirir responsabilidades y hábitos de trabajo", reconoce Rueda. Además, si hay algún problema, se lo comunican al coordinador del menor.

"Un chico de los que estuvo con nosotros se fue de aquí muy contento. Al marcharse nos dijo que nunca había confiado en nadie y que nosotros le habíamos enseñado muchas cosas y le habíamos tratado como una persona", recuerda Rueda.

Llevan realizando desde 2002. El año pasado, 30 menores trabajaron en Bancosol, donde suelen realizar una media de 60 horas de servicios. "El esfuerzo merece la pena porque nuestra impresión es muy positiva y ellos suelen ser muy receptivos a la hora de trabajar e incluso se ofrecen para hacer tareas complementarias", concluye la responsable.

Juan. 18 años, soldador: «No merece la pena volver a la vida de antes»

Juan acaba de cumplir dieciocho años y estuvo en el centro ´San Francisco de Asís´ durante siete meses. Luego, llegaría todo un año en régimen abierto. "Allí realicé un programa de garantía social de auxiliar de jardinería", explica. Desde octubre del año pasado, Juan se incorporó a la plantilla de Talleres Velasco, empresa dedicada a las estructuras metálicas y cerrajería.

"El primer día estaba algo nervioso y no sabía nada sobre soldar pero los compañeros me enseñaron y se portaron muy bien conmigo", evoca Juan. Su jefe, Manolo Casino está muy satisfecho con este joven trabajador. "Tiene muchas ganas de aprender. Al principio le puse con el mejor oficial que tenía y ahora ya hace cosas solo", afirma el empresario.

Manolo reconoce que cuando surgió la idea de llevar a cabo este tipo de iniciativa le pareció estupendo. "Es un compromiso que adquirimos y el pasado del joven no nos importa si tiene ganas de trabajar y se esfuerza", reconoce.

Juan parece un joven algo tímido pero, por suerte, tiene las ideas muy claras. "Me gusta el trabajo y me gustaría seguir haciéndolo en un futuro", afirma con rotundidad.

Además reconoce que, tras pasar esa mala etapa de su vida, ahora valora los nuevos horizontes que se le abren. Sabe que está en el camino correcto. "Te das cuenta que no merece la pena volver a la vida que llevabas antes".

Los principios nunca son fáciles para nadie. Ni para el empresario ni para el menor. Son muchas las vergüenzas y complejos que tienen en su interior por temor a ser rechazados por la sociedad debido a su pasado. Sin embargo, gracias a este tipo de iniciativas empresariales, los jóvenes aprenden un oficio, un horario y comienzan a obtener una reinserción laboral.

"De vez en cuando, hay que tener mano dura con ellos porque nunca han trabajado y esa disciplina no la tienen, pero la mayoría responden bien y se esfuerzan por ser puntuales", añade Casino. Sin embargo, Manolo Casino reconoce que espera que Juan siga con ellos porque el trabajo que realiza es bueno. π

Jonathan. 17 años, ayudante técnico de instalación de maquinaria: «Con el trabajo, ahora me siento mucho más realizado»

Jonathan lleva cerca de dos meses trabajando para Grupo Comercial Malacitana de Hostelería S.L. (CMH S.L.). Lo hace como ayudante técnico montando maquinaria para este sector clave en la provincia. Tiene 17 años y lleva ocho meses en ´San Francisco de Asís´, en régimen abierto, donde realizó un programa de garantía social de invernaderos.

En este tiempo, Jonathan ha aprendido una importante lección: "Ya en el centro me daba cuenta de todos los errores que he cometido en mi vida y al conseguir este trabajo más aún".

Santiago Trujillo, gerente de CMH comenta que la empresa ha apostado fuerte por esta iniciativa desde junio. "Ya tenemos ocho empresas que incorporan en su plantilla a estos jóvenes", explica Trujillo, quien además destaca que nunca tuvo dudas ante este proyecto. "Hay veces que algunos jóvenes son mejores que otros, pero eso es normal. Nosotros damos una oportunidad a los chicos y me siento orgulloso de que hayan salido de mi empresa verdaderos profesionales", destaca. "Cuando metemos en la empresa a un joven, le hacemos un perfil profesional para ver sus capacidades porque, aunque no tengan preparación, sí que tienen ganas", detalla trujillo.

Jonathan reconoce que su visión de futuro ha cambiado. "Me gustaría alquilar un piso en un futuro y me estoy sacando el carné de conducir. Ahora me siento mucho más realizado y me alegro que me hayan dado esta oportunidad", declara.

Ambiente en el trabajo. Los compañeros de trabajo de Jonathan afirman estar muy contentos con él. "Es un chico muy trabajador y, si le das responsabilidades, se esfuerza mucho por hacerlo bien", destacan. Además afirman que cualquier tarea que se le mande la desempeña con ilusión. "El trabajo hace que también a ellos los días se les pasen más rápidos", apostillan.

Discusiones en el trabajo hay, como en todos sitios, lo que no implica que estos jóvenes aprendan a solucionar este tipo de conflictos de la mejor manera posible.

El gerente de CMH, Santiago Trujillo, afirma que los trabajadores están muy implicados con la empresa y que eso mismo es lo que se transmite a los jóvenes. "Además, desde el primer día Jonathan ha sido parte implicada en el equipo y entraba a todas las reuniones que hacíamos", destaca. Trujillo resalta la importancia de que el empresario se mentalice de esta labor "y que no se aproveche de la situación de estos menores". De hecho, los jóvenes van al trabajo en las mismas condiciones que el resto y con un contrato laboral. "Aunque el salario lo gestiona el centro de internamiento donde le da una parte al menor", revela Trujillo.

Otra de las características de la vida laboral de estos jóvenes es la puntualidad. "Van y vienen en transporte público y los tickets se los pasan al centro", comenta el gerente de CMH.

Observación. Sin embargo estos jóvenes tienen muy en cuenta que su trabajo es mirado con lupa y de ahí su interés por esforzarse cada día más. "Al principio lo observas sin que el joven se de cuenta para ver cómo se mueve y si va bien en el trabajo", reconocieron los trabajadores.

Por otra parte, Santiago Trujillo, lamenta que alguna vez los jóvenes que llegaban para trabajar no estaban tan comprometidos. "Pero eso es como todo en la vida. Es una lástima que no aprovechen esta oportunidad y en ocasiones te puedes sentir utilizado en ese sentido", afirmó.

Trujillo recuerda que lo que empezó como un proyecto innovador entre un grupo de empresarios ahora se ha convertido en todo un hecho, en toda una realidad. "Hemos sido los primeros en Málaga que empezamos este proyecto", dice orgulloso. Trujillo concluye que la independencia económica que consiguen a través del trabajo "les abre una puerta interior que les hace ver nuevas posibilidades delante de ellos".