Los políticos, como muchos urbanistas, utilizan a veces un lenguaje ´criptográfico´ con el que tratan de enmascarar la cruda realidad.

Si los urbanistas malagueños describen como "crear una nueva centralidad" al pelotazo (financiero y demográfico) de los rascacielos de Repsol, los políticos hablan de ´desaceleración´ cuando se topan con una crisis de caballo.

La Empresa Malagueña de Transportes, ajena a insanos eufemismos, aprovecha la alicaída coyuntura económica para arrimar, con buen tino, el ascua a su sardina y atraer a clientes a los que empieza a pesarles el precio de la gasolina.

El lema de la campaña publicitaria, puesta en marcha por los autobuses malagueños es "Si todo sube, súbete". La Empresa Malagueña de Transportes subraya el ahorro de tiempo y dinero que conlleva un gesto tan ´liviano´.

Hay que felicitar a la EMT por esta campaña, que vuelve a dejar con pocos argumentos a los amigos del coche. Sin embargo, la empresa tiene que luchar contra un tópico, desterrado en las ciudades más civilizadas, y que en Málaga todavía ´empareja´ el automóvil con el prestigio social, mientras el transporte público se queda para ´el pobreterío´.

Lo cierto es que nuestros políticos son los primeros en seguir esta máxima tercermundista, y ni instalando cámaras secretas, la EMT ha podido pillar a la mayoría de concejales, directores de área (o alcaldes) subidos en el autobús, inauguraciones aparte.

En cualquier caso, está bien incidir en la crisis para mentalizar a los conductores más acérrimos y aumentar el número de clientes. Con el transporte público ganamos todos, incluso en estos tiempos donde poco hay que rascar.

Espetos

Seis en raya.