Hace unos meses esta sección bautizó como ´el peine de los vientos´ al conjunto oxidado de palo tieso y carrito de la compra que desde hace más de dos años perfila nuestro litoral junto al bello y achacoso tranvía de El Morlaco.

Correría la primera mitad del 2006 cuando algún descerebrado lanzó cuesta abajo el carrito de la compra, que quedó depositado junto a la rocalla de la bahía de Málaga, al pie de las olas.

Desde esa fecha infame, ningún operario municipal se ha dignado retirar el artefacto que, con el tiempo, presenta más oxidación que la popa del Titanic. Para enriquecer la estampa, a pocos metros se eleva un palo tieso, también oxidado, que parece una pértiga olvidada por Sergei Bubka. De hacerle la prueba del carbono 14 al palitroque, lo mismo superaba en veteranía al carro.

Vistos en el ángulo adecuado, los dos objetos se asemejan a un peine de los vientos ´costasoleño´, ennoblecidos por la pátina que proporciona no el paso del tiempo sino el cutrerío. Si ya es cutre tirar un carrito en mitad de un paseo marítimo, ¿qué decir del Ayuntamiento que todavía no ha ´detectado´ el problema?

Para estos restos ´artísticos´ sólo hay dos salidas: que algún paseante llame al chatarrero o que nuestro Consistorio potencie el ´peine de los vientos´ y coloque unas escaleritas, porque para acceder está imposible. Así, turistas y malagueños podrían bajar al ´portento´ y hacerse fotos.

Si la inactividad administrativa perdura y pasan los años, la tercera solución sería venderle el carrito al Museo Británico. Piezas como ésa seguro que no se fabrican.

La llegada

La Virgen del Carmen bendice hoy las aguas de esta ciudad que, según los expertos, da la espalda al mar. Peor para Málaga.