Ocho años ya. Y la sensación de dolor, rabia y desasosiego es la misma. Ocho años desde el cobarde asesinato, en la puerta de su casa y delante de su mujer y de su hija, del concejal del PP en Málaga José María Martín Carpena. Una tarde de julio, cuando se dirigía al pregón de la Biznaga, encontró la muerte. José María no murió; no se puede caer en ese error. Fue asesinado. Y por eso sigue vivo, porque nadie le podrá olvidar, porque cada año se le recuerda con el mismo cariño y la misma indignación. Ayer, como siempre por estas fechas, José María volvió a recibir un homenaje de su partido, y de sus amigos, y de sus contrincantes políticos. Y de su viuda, Elvira Calvente, y su hermano Ángel, hoy dedicado a tareas parecidas a las que desarrollaba José María cuando fue asesinado. Qué mejor homenaje a su memoria.

La capilla de Parcemasa acogió a las seis de la tarde un oficio religioso al que asistieron numerosas personalidades políticas, tanto locales como andaluzas y nacionales. La recién nombrada secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, realizó su primera visita oficial a Málaga para acompañar al presidente regional del partido, Javier Arenas, al homenaje anual a la víctima de ETA. El alcalde, Francisco de la Torre, llegó con unos minutos de retraso a la misa porque llegaba directamente desde Santander, donde por la mañana atendió un compromiso. No faltaron concejales del actual equipo de gobierno, ni los portavoces del PSOE e IU en el Ayuntamiento. Tampoco ex ediles compañeros de Martín Carpena, como Ana Rico. Ni la que era alcaldesa, Celia Villalobos. Mariví Romero, concejal entonces y ahora, iba de negro. Nunca ha ocultado que sintió de manera especial la tragedia de aquella tarde de julio del año 2000.

Como aquel fatídico día, la tarde soleada, ligeramente calurosa, típica del verano malagueño, alumbró el homenaje. Hubo media hora exacta de misa y después, tanto Cospedal como Arenas declararon lo que, no por repetido, deja de ser necesario: la necesidad de tener en la memoria la dignidad y la justicia para las víctimas del terrorismo. La ‘número 2´ del PP aprovechó para opinar sobre la posibilidad de que el etarra De Juana Chaos se vaya a vivir cerca de familiares de personas a las que ha asesinado: “Hay que adoptar las medidas necesarias para que ninguna víctima tenga que tener el doble sufrimiento de ver cómo un asesino vive cerca de su casa”, aseguró. La escena se antoja repugnante, nauseabunda.

Recuerdo

Arenas, por su parte, defendió la “vigencia” de las ideas de Martín Carpena y añadió que en el PP se sienten “más satisfechos que nunca de su obra política”, antes de reiterar que el único camino que tiene el terrorismo es “la derrota desde el Estado de Derecho”. El día a día de José María no era la alta política, ni mucho menos, sino el contacto directo con los vecinos de la Carretera de Cádiz y Puerto de la Torre, cuyos distritos dirigía. La sinrazón terrorista acabó ese día con su vida, pero, al mismo tiempo, hizo inmortal su recuerdo, su memoria.

Tras la misa, los asistentes recorrieron, unos en coche y otros a pie, los 300 metros que separan la capilla del nicho número 6.004, donde descansan los restos mortales de José María. Allí, De Cospedal hizo entrega de una corona de flores del PP. Después, Arenas hizo lo propio con otra del PP andaluz. Joaquín Ramírez, presidente popular de los malagueños, imitó el acto, como De la Torre, en nombre del Ayuntamiento, y Mario Cortés, dirigente de Nuevas Generaciones. Un padrenuestro y cinco minutos de silencio dieron por finalizado el homenaje. Han pasado ocho años de aquella maldita tarde que sacudió Málaga y las conciencias de la gente. Ocho años ya...