La economía malagueña atraviesa una etapa preocupante y de marcada incertidumbre, vinculada de manera estrecha con la situación española y el panorama mundial, aunque con singularidades derivadas de su modelo productivo.

Los problemas económicos que hoy destacan en las naciones occidentales son el elevado nivel de endeudamiento de los hogares y empresas, la subida generalizada de la inflación (impulsada por el incremento de los precios de los alimentos y la energía), y el endurecimiento de las condiciones financieras para las pymes. Este último factor es de especial relevancia en Málaga, puesto que más del 99 por ciento de las empresas de la provincia son pymes y representan el 72 % del empleo. Además, casi el 94 % de nuestras empresas tienen menos de diez asalariados; son las que se denominan microempresas, y juegan un papel protagonista en el crecimiento económico.

Para garantizar la competitividad de las pymes malagueñas, es fundamental que se les preste una mayor atención por parte de los poderes públicos y un mayor apoyo que facilite su acceso a condiciones financieras asequibles. Es importante también impulsar en las empresas los procesos de internacionalización, mejorar la gestión, la formación y la incorporación a las Nuevas Tecnologías y a la Sociedad de la Información, entre otros aspectos.

Siguiendo el análisis de la economía internacional, influyen otras circunstancias, como la pérdida de dinamismo del consumo, la disminución en la creación de empleo, el déficit del comercio exterior (porque importamos más de lo que exportamos), y la pérdida de competitividad respecto a otras zonas y países del entorno.

Refiriéndonos ya, y en concreto, a la provincia de Málaga, mención especial debe hacerse al escaso impulso que se ha dado a las inversiones en I+D+i, según la CEM.

El desarrollo de Málaga se ha basado en los últimos años en la creación de empresas y en una generación de empleo por encima de la media andaluza y nacional, dejando en segundo lugar la inversión en innovación, aunque es cierto que este problema es general en la economía española.

En opinión de la CEM, los esfuerzos de los empresarios malagueños deben incrementarse en implantar sistemas de innovación con mayúsculas en sus empresas. Mientras que para conseguir implantar procesos de I+D se debe invertir dinero para ganar conocimiento, con la innovación, a diferencia de lo anterior, se invierte en conocimiento para ganar dinero. La innovación es un proceso transversal que afecta por igual a todos los sectores productivos, independientemente de la estructura y la dimensión de la empresa.

La productividad continúa siendo una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra economía. Un reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, coloca a nuestro país en el furgón de cola de entre todos los que la integran, pese a haber protagonizado durante el último lustro tasas de crecimiento superiores a la media. Si utilizamos la fórmula que combina capital humano (formación continua y profesional) más infraestructuras (inversión pública) y le unimos la inversión empresarial (bienes de equipo), alcanzaremos un mayor índice de crecimiento.

Productividad. La CEM señala que la productividad de la provincia está condicionada por la terciarización de su economía (servicios muy desarrollados), con un sector industrial débil que no obliga a cambiar los sectores de actividad, pero sí a ser más competitivos. No se trata tanto de cambiar el modelo productivo como de mejorar el modelo de crecimiento actual, que se ha basado en el consumo privado y en la inversión residencial, y ha derivado en escasos avances para la productividad.

La dispersión territorial de las distintas actividades económicas, la dificultad extrema para generar suelo industrial atractivo, con adecuada dotación y a buen precio, y la falta de competitividad de un sector industrial débil y poco representativo en el contexto socioeconómico provincial, requieren que los agentes económicos sociales y las administraciones competentes tomen medidas urgentes que corrijan dichas carencias.

Otro gran asunto sobre el que reflexionar es el de las muchas incertidumbres que pesan sobre la planificación urbanística en nuestra provincia, con la compleja y polémica elaboración del Plan de Ordenación Territorial de Andalucía, los planes de ordenación territoriales, así como los planes metropolitanos y urbanos, que han sido objeto en el año pasado de constantes desencuentros políticos entre administraciones. Como consecuencia de lo anterior, nos encontramos en una situación de proliferación de normativa urbanística que se ha venido incrementando tras la aprobación en diciembre de 2002, de la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía.