A las diez en punto de la mañana, Miguel Ángel Heredia entró en el hotel Barceló Vialia para tomar parte en el congreso provincial del PSOE. En la misma puerta, un militante le anticipó el resultado del maratoniano cónclave: "Buenos días, jefe". Pantalón de pinza oscuro, camisa verde sin corbata y americana en el brazo. No le iba a hacer falta. "¿No te pones corbata?". "No". Sería para seguir la línea oficial marcada por el Gobierno; sin corbata se pasa menos calor, no se pone tan alto el aire acondicionado, se ahorra energía para proteger el medio ambiente. Los ministros ya lo aplican.

Antes del inicio del plenario saltó la primera noticia. La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, renunció a inaugurar el congreso porque había aceptado el día antes la oferta de Heredia de ser la presidenta del PSOE local si éste resultaba elegido secretario general. Con un trámite menos y algún resoplido de alivio entre los asistentes por el ahorro de tiempo que ello significaba, los delegados, invitados y dirigentes tomaron asiento en el inmenso salón en el que los socialistas cincelaron durante todo el día su futuro para los próximos cuatro años.

Enfrente de Heredia, Fernando Arcas. El aspirante ´crítico´, también sin corbata, pantalón claro, ganaba en la grada de invitados. Una victoria pírrica, pues ésos no eran los que votaban. Nada más empezar la sesión, el alcalde de Coín, Gabriel Clavijo, destacado ´crítico´, solicitó que la Mesa del congreso la presidiera David Valadez, recién nombrado regidor en Estepona tras el escándalo de la operación ´Astapa´, pero no tuvo éxito. Al final fue Rosa Torres, la consejera de Cultura de la Junta, la elegida.

Y empezó el reloj a contar. Se pararía a las catorce horas, después de informes de gestión, intervenciones, réplicas, votaciones, aplausos, silbidos, pasilleos, conspiraciones, una pausa de una horita para comer y mucho móvil. Marisa Bustinduy, que se despidió ayer dejando "el cargo y una carga", se dio el gustazo de soltarle una fresca al también ´crítico´ Antonio Souvirón, ex alcalde de Vélez, que le había pedido la dimisión por los malos resultados electorales cosechados en la provincia. "Lo menos que puede hacer es tomar ejemplo", le dijo, antes de fijar su mirada en él durante unos interminables segundos. Pero ahí quedó todo.

En realidad, Heredia había entrado al congreso provincial como ganador. Desde por la mañana ya no era Bustinduy la protagonista ni Arcas un adversario real, por más que hilara un discurso de presentación coherente, fino, sosegado pero removedor de conciencias. La derrota estaba clara, en realidad nunca hubo partido, pero sí puede haber servido su candidatura para espolear aún más a un Heredia eufórico y que sí que ha renovado el partido: casi un 90% de la ejecutiva que presidirá es nueva.

A las diez de la noche, Heredia bajó de una habitación en la que debatió con muchos de los integrantes de su dirección. Mismo atuendo que por la mañana, ahora con la chaqueta puesta. Cansado pero muy contento, con la vitalidad de siempre. "Trabajaré y exigiré mucho, pero nunca como a mí mismo". Ya triunfador, entró en el plenario para recibir un 71,3% de apoyos a la lista de nombres confeccionada para dirigir el PSOE. Y sin corbata.