Las vacaciones de verano nunca fueron una época de descanso para los 42 vecinos del conjunto residencial Ipanema de Torre del Mar. El ruido de la zona de marcha de El Copo, cuyos locales se sitúan bajo la urbanización, ha generado en los últimos 18 años estrés y malestar entre los propietarios de las vivendas, quienes en algunos casos han necesitado medicación para conciliar el sueño.

Estas familias que venían de todo el territorio nacional para disfrutar de las vacaciones de verano aguantaban a diario hasta 129 decibelios en el interior de los pisos, cuando el ruido en esta zona no puede sobrepasar los 30, según explica uno de los vecinos afectados, Justino Tamara, natural de Bilbao. "Esto ha sido una lucha incesante. No se respetó ni el velatorio de un difunto", recuerda.

Tamara asegura haber contado hasta 2.000 personas fuera de los más de 30 locales de música en todo el recinto de El Copo. "Mil veces hemos llamado a la Policía Local, se han levantado multitudes de actas, hemos presenciado tiroteos y broncas, y nadie ha hecho nada", lamenta.

Dormir en el conjunto Ipanema de Torre del Mar ha llegado a ser imposible. Los vecinos cuentan que desde las cinco de la tarde se preparan las terrazas. Empiezan los ruidos del arrastre de las mesas y las sillas y la limpieza de botellas y cristales. "Después, la marcha. Y ya no se pone fin hasta las ocho de la mañana del día siguiente", cuenta el vecino de Bilbao.

José Antonio Siles, nacido en Córdoba y residente en Torre del Mar en la época estival, comenta que por un asunto u otro "no se descansa". Este cordobés ha visto cómo la marcha en la zona de El Copo ha menguado en los últimos años, pero denuncia que, a pesar de las sentencias a favor de los vecinos, el Ayuntamiento instaló la carpa de la Feria de día de Santiago y Sana Ana a diez metros del mismo conjunto residencial. "Cuando El Copo cierra, continúan las orquestas. Esto no hay quien lo aguante, a pesar de los tener doble cristalera".

Felipe Rueda veranea en Torre del Mar y es natural de Granada. Al igual que sus vecinos, ha sufrido cuantiosas amenazas por enfrentarse a los propietarios de los bares. "Me rajaron las cuatro ruedas del coche y me rompieron los espejos retrovisores", explica.