Desde 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abordado el problema del ruido urbano. La contaminación acústica no es, por tanto, tan sólo una molestia para los vecinos que la soportan, que ya es bastante, sino que tiene consecuencias que pueden perjudicar a la salud. Un tercio de la población malagueña soporta a diario niveles de ruido superiores a los recomendados, es decir, 513.300 habitantes no tienen más remedio que convivir con este murmullo continuo, sin llegar a acostumbrarse.

La capital malagueña, con una media de 65,7 decibelios, supera los niveles de ruido establecidos por la OMS para evitar la contaminación acústica, de 65 decibelios durante el día y 55 por la noche, según un reciente informe de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta. En la Unión Europea, alrededor del 40% de la población está expuesta a unos niveles de ruido que exceden estos límites. Pero esta situación no sólo se produce en las grandes ciudades. Cualquier localidad, por pequeña que sea, puede también sufrir contaminación acústica. De hecho, según Francisco Soler, presidente de la asociación ´Málaga contra el ruido´, "cualquier actividad económica puede ser foco de sonidos ruidosos".

Existen zonas especiales, como ejes ferroviarios o áreas cercanas a los aeropuertos que se escapan de estos límites y, del mismo modo, entornos de centros hospitalarios, residencias de la tercera edad y colegios, donde hay que ser más silenciosos.

Y, de todos ellos, la hostelería es el sector que concentra las denuncias en este sentido, señala Soler, quien lamenta la pasividad de las administraciones por resolver este problema medioambiental, que además de perturbar el medio donde vivimos, es una causa de trastornos físicos y de desequilibrios psicológicos en las personas.

El Ayuntamiento de Málaga ha creado un mapa de ruidos que permite evaluar la situación acústica existente o pronosticada en función de un índice de ruido, en el que se indicará la superación de cualquier valor límite pertinente vigente, el número de personas afectadas en una zona específica o el número de viviendas expuestas a determinados valores de un índice de ruido en una zona.

En zonas de la capital se superan los 92 decibelios en el túnel de la Alcazaba, se llega a los 80 en Cristo de la Epidemia y en el Parque y los 70 en la calle Bolivia. El Centro, pese a la peatonalización y al traslado del ´botellón´ al Paseo de los Curas, sigue siendo uno de los barrios más ruidosos. Le pueden seguir la Victoria, El Romeral o El Copo, junto a la ronda de circunvalación, aunque la instalación de pantallas acústicas ha reducido este problema.

Al instante. Del mismo modo, el Consistorio ha puesto en marcha una medida pionera. Cien bares de la ciudad tendrán un medidor en su interior que enviará datos en tiempo real al Ayuntamiento sobre los decibelios generados. Esta medida, que ya supone más de un año de trabajo desde que se adjudicara el contrato de suministro a la empresa Plataforma Tecnológica, permitirá un control más eficaz de la contaminación acústica. El control en tiempo real de las emisiones ofrece una mejor prevención de las molestias por el ruido, simplificando la detección de un mal funcionamiento o manipulación.

Es una medida que exigen los miembros de la plataforma, que critican la pasividad de las administraciones y la lentitud de los órganos judiciales a la hora de dictar sentencias. "Las indemnizaciones que pueden recibir los vecinos que sufren ruido no compensan los años de calvario padecidos", concluye Soler.