La Delegación de Salud intensifica en los meses de verano el control en los bares, restaurantes y hoteles para evitar posibles brotes de intoxicación por el mal estado de los productos y los alimentos. El equipo de inspectores de la Administración andaluza dobla la vigilancia en los establecimientos de la hostelería, debido a la mayor afluencia de clientes por los flujos turísticos y al aumento de las temperaturas, que pueden afectar a las comidas o los condimentos que se sirven. Además, la mitad de las intoxicaciones alimentarias se produce en época estival.

Este verano se prevé que se realicen unas 2.000 inspecciones en los establecimientos, una cifra similar a la del mismo periodo del año pasado. En todo 2007 se efectuaron 3.239 controles, de los que el 60 por ciento correspondió a la época estival, según los datos proporcionados por la Delegación de Salud.

Las inspecciones las realiza un equipo integrado por veterinarios y farmacéuticos de la administración. No obstante, el Ayuntamiento de Málaga también tiene competencias para vigilar la actividad de los bares y velar por el cumplimiento de las medidas de prevención de infecciones. Así, es posible que se realicen otras visitas, además de los controles de Salud.

Según explican fuentes de la administración, en las inspecciones se comprueba si se cumple con la cadena de frío de los alimentos; se mantienen las condiciones de higiene en los utensilios y los equipamientos de la cocina, o si todos los productos tiene una fecha de caducidad idónea.

El presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Málaga (AEHMA), Rafael Prado, asegura que los problemas son mínimos y que se producen porque un producto llegue al almacén en malas condiciones. "Las infecciones son minoritarias, prácticamente inexistentes, ya que los establecimientos cumplen escrupulosamente las normas de higiene y sanitarias", insiste Prado.

Salud abrió el pasado año 2.098 actas a los restaurantes, de las que 770 fueron por deficiencias en la higiene de las instalaciones o del personal, 237 por anomalías en el etiquetado del producto y 237 por errores en la manipulación de los alimentos.

Infecciones detectadas. El pasado año 247 personas tuvieron que ser asistidas en los centros sanitarios tras sufrir una intoxicación alimentaria y 20 ingresaron en el hospital. Además, otros 1.902 ciudadanos consumieron productos contaminados o en instalaciones donde se detectó una infección, pero no precisaron de asistencia. Según fuentes de Salud, el pasado año se registraron 33 brotes de infección de alimentos, de los que el 63 por ciento tuvo su origen en bares, restaurantes, comedores y fiestas privadas.

La salmonelosis es el brote más habitual, causado por una bacteria que emerge en los huevos crudos o en el pollo y que puede traspasarse a la mayonesa y otras salsas. Diego Martínez, especialista en medicina preventiva y miembro del comité de expertos del Colegio de Médicos, asegura que el número de contagios desciende cada año por la seguridad que ofrecen las empresas de restauración y la cultura ciudadana. Aún así, advierte de que hay que extremar el control porque el calor favorece la aparición de gérmenes. Después de la salmonelosis, la segunda infección más común es la causada por las toxinas del estafilococo, una bacteria normalmente presente en la piel que puede saltar a los alimentos por una mala manipulación, comenta. La ingesta de productos caducados o la mala conservación de los mismos pueden favorecer las enfermedades, cuyas síntomas más frecuentes son vómitos y diarreas, dolores abdominales y de cabeza y fiebre.