Málaga es una ciudad de gran riqueza botánica, a pesar de la presión urbanística que soportan los más bellos ejemplares. Al ficus de Bellavista le quedan dos telediarios si Urbanismo autoriza la apertura de la (insensata) carretera del arroyo del Café, pero también si la línea del metro no se ejecuta con tuneladora.

En 2003 se desplomó, por el trasiego de unas obras municipales, un ficus centenario de 15 metros de altura en la Explanada de la Estación. El árbol acompañó a la preciosa casa de frutos secos Bevan (sustituida por un horrendo bloque) y quizás fue uno de los ejemplares plantados en el decimonónico jardín de aclimatación de Francisco Javier Abadía (de ahí proviene el nombre de la urbanización ´Jardín de la Abadía´).

Por si las moscas, al segundo ficus superviviente el Ayuntamiento le colocó un soporte de hormigón, para evitar nuevos sustos, ya que el anterior se desplomó sobre la tapia de un colegio.

En la Alameda Principal habrá que poner en práctica eso de ´más vale prevenir que curar´.

Aunque como el nombre indica, cuando en 1785 ´nació´ el primer tramo de la Alameda contaba con varias filas de álamos blancos, con los años llegó a contar con naranjos, álamos negros, acacias y desde el último tercio del XIX, con ficus.

Uno de ellos, en espléndida forma, es el que se encuentra en el extremo de la Alameda más próximo al puente de Tetuán. Los conductores que a diario tuercen en dirección al Centro pueden admirar con todo detalle su envergadura. De hecho, cuenta con una soberbia rama que si no tiene 30 metros está a muy cerca de esa ´plusmarca´.

Quizás sea la rama más larga que despunta por Málaga y los días de viento parece la botavara de un barco en mitad de una tempestad.

Con este percal en movimiento y que no deja de crecer, en un entorno repleto de coches, no sería mala idea que el Ayuntamiento le colocara un soporte al final de la isleta, para asegurarse de que el árbol va a seguir ´entero´ muchos años más.

Agua va

En la calle Cabriel, en La Palma, a la altura del número 30, mana desde hace meses un respetable hilillo de agua que en Málaga es conocida como ´agua peste´, por el aroma que desprende.

Los vecinos están bastante molestos por este perfumoso problema que sale ´río abajo´, no sólo porque han tenido que cambiar de acera para sus tertulias veraniegas sino porque, justo enfrente de este accidente descontrolado, se encuentra una guardería.

Según explican los vecinos, han conseguido frenar unas obras municipales que pretendían colocar una nueva acera, limitándose a tapar la avería pero sin arreglarla. Por ello, han pedido a Emasa que tome cartas (y llaves inglesas) en el asunto para acabar con este imparable ´agua peste´.