Muchos les temen. En cuanto los ven aparecer y colocarse, todos en fila, bien alineados, saben que es hora de quitarse de en medio. Otros los prejuzgan, porque sólo se los imaginan ´cargando´ contra los manifestantes o contra los seguidores exaltados de un equipo de fútbol. Popularmente se les conoce como los antidisturbios, los del casco y el escudo, los de las pelotas de goma, los botes de humo y el gas lacrimógeno. Están fuertes. Mucho. Y, lo admiten. Cuando está trabajando, no se andan con ´chiquitas´.

Sólo actúan en casos extremos, de peligro inminente o grave alteración de la seguridad ciudadana y su función es la de mantener o restablecer el orden público, lo que casi siempre coincide con actos y eventos que pueden resultar especialmente conflictivos, como partidos de fútbol con aficiones históricamente enfrentadas (muchos piensan ya en el ascenso del Málaga a Primera División y en sus rivales sevillanos, por ejemplo), conciertos, manifestaciones como las recientes por la huelga de transporte, protección de las autoridades...

"Somos ese hermano mayor al que muchos llamarían cuando tienen problemas", define el inspector jefe Joaquín Carreras, responsable del Grupo V de la Unidad de Intervención Policial (UIP).

Y tanto que llaman. Su teléfono móvil es quizás uno de los más activos de la comisaría provincial de Málaga, donde tienen su base. Es el encargado de coordinar y dirigir a 230 funcionarios que se reparten en cuatro grupos, tres en Málaga y uno en Granada.

Con estos agentes, todos con una preparación específica para ingresar en la unidad, se intentan cubrir las necesidades de ambas provincias, de Jaén, de Almería y de Melilla. Ahora van mucho por Estepona, debido a la operación ´Astapa´ contra la corrupción en el Ayuntamiento de este municipio, y tienen a un grupo fijo en Melilla que colabora con la Guardia Civil en el control de las fronteras y la lucha contra la inmigración ilegal.

Inmigrantes. En ocasiones también salen para otros puntos de la Península ya que se trata de una unidad que depende de Madrid. De hecho, en una de las conversaciones se le oye preparar el dispositivo de traslado de un grupo de inmigrantes a Alicante: de madrugada, todo el fin de semana. "Este es un trabajo absolutamente vocacional porque, entre otras cosas, tenemos que estar disponibles veinticuatro horas al día, no tenemos un horario determinado y estamos a expensas de los acontecimientos porque en cualquier momento se complican las cosas y hay que montar un dispositivo de seguridad", indica.

Aunque parezca que es dicho y hecho, no hay nada improvisado. "Primero se analizan los factores de riesgo -número de personas, antecedentes, conflictividad-, se dan unas órdenes concretas a los grupos y después de la intervención se realiza un juicio crítico", explica el jefe.

En realidad, la formación de los agentes tiene un cierto toque de teatralidad. Pretenden que su actitud sea más disuasoria que represiva y, por eso, describe Carreras, se van preparando poco a poco. "Primero se colocan los policías y aguardan órdenes. Sólo la presencia ya debería suponer una llamada de atención. Cuando se ponen los cascos, es una segunda llamada de atención. Y a partir de ahí, sólo queda esperar la orden del subdelegado del Gobierno o del delegado, que son quienes deciden si se interviene o no".

Para ese tiempo de espera también hay que tener una preparación. Sobre todo psicológica. Escupitajos, insultos, provocaciones, botellazos, pedradas... y no se puede actuar hasta que el subdelegado hable. Y es entonces cuando se recogen las imágenes que más impactan, las de los policías golpeando.

"Evidentemente, cuando actuamos no vamos a dialogar ni a negociar, pero tampoco vamos con una idea fija de cargar. De hecho para nosotros el mejor servicio es en el que no tenemos que emplear la fuerza y en el 98% de los casos no lo hacemos. Lo que ocurre es que las imágenes que se dan son muy reduccionistas, pero la gente tiene que entender que el policía no es el sistema, es un trabajador con la misión de velar por el interés general y por la seguridad de todos", defiende de nuevo Carreras.

Su próxima actuación podría ser en la Feria, aunque no suelen ser requeridos con mucha frecuencia. "Normalmente los problemas que hay son reyertas y eso lo puede solucionar la Brigada de Seguridad Ciudadana". El fútbol sí será cosa de ellos. Y la afición ya se está calentando para vivir la nueva temporada, en Primera. "No es muy polémica, pero ahí estaremos para controlarlos", advierte Carreras.