El autor de estas líneas será un iluso, además de calvo, pero no va a poner mucho interés en ver los próximos Juegos Olímpicos de Pekín.

Apoyar, aunque sólo sea ´desde el sofá´, un acontecimiento organizado por la mayor dictadura del mundo no va con uno. Y ojalá que en próximas ediciones se elijan, como mínimo, ciudades de países democráticos.

En cualquier caso, en Málaga tenemos una alternativa estupenda en un céntrico enclave: el Muelle de Heredia. Esta famosa avenida con ecos de ´integración Puerto-ciudad´ es un sitio estupendo para practicar uno de los deportes olímpicos más vistosos: el triple salto.

Siempre a la búsqueda del perfeccionamiento estético, la avenida de Manuel Agustín Heredia cuenta con unas aceras moteadas, como las de un dálmata, la mitad de ellas igual que la canción de Battiato (buscando un centro de gravedad permanente) ya que están ausentes o descolocadas.

Las raíces de los árboles han formado un intenso ´oleaje´ en la acera, con fuerte marejada en algunos tramos, además de las mencionadas losetas desaparecidas. El resultado es que, a lo largo del día, los paseantes que van con un poco de prisa ejecutan un ´triple salto involuntario´, con posible pérdida de piezas dentales. Hasta la fecha, no hay constancia de que se haya batido récord alguno, como no sea el de los traspiés, pero todo es cuestión de paciencia.

Málaga es una ciudad tan cosmopolita que aúna en una sola avenida la dimensión olímpica y marinera. Ahí queda eso.

El disparate

Nuestro alcalde, con la machaconería de un lehendakari, persiste en el ´derecho a construir´ en el único tramo con playa virgen de Málaga.

La pena, en este caso, es que no someta el tejemaneje de Arraijanal a un referéndum. Los malagueños podrían entonces opinar sobre esta anacrónica operación, rescatada de los años 80 como si por el litoral de Málaga no hubieran pasado ni el tiempo ni las grúas.

Confiemos en que otras administraciones reconduzcan nuestro ´urbanismo bravío´ a la senda de la civilización y este ensueño ´poceril´ quede en disparate de verano.

Aparcamientos

La calle Trinidad suele tener ocupada una de sus aceras con coches mal aparcados, haciendo complicada la existencia a muchos peatones.

La contradicción más grande es que, a pesar de tantos solares como jalonan el barrio, en La Trinidad falta sitio para aparcar y la gente busca un hueco donde puede. El único alivio en este barrio tan olvidado es que por fin funciona, después de años de inactividad, el aparcamiento del polideportivo de la calle Malasaña.

Agosto a las puertas

Estudios ´no realizados´ confirman que en la última semana de julio se incrementan en Málaga las ´evasiones mentales´ en mitad de la jornada laboral.