Agresiones que no suelen denunciar, trato vejatorio, riesgo a contraer enfermedades sexuales, embarazos no deseados, situaciones de irregularidad... La prostitución callejera acarrea un sinfín de problemas a las mujeres que ejercen esta actividad y a los vecinos y trabajadores de las zonas donde éstas desarrollan su trabajo.

Se estima que en la capital cerca de 400 mujeres ejercen la prostitución en la calle. Las principales zonas son el polígono Guadalhorce, donde se concentran casi la totalidad de estas féminas y, la Alameda de Colón y las calles aledañas (en torno a 15 mujeres).

Son sin lugar a dudas las procedentes de los países del Este, y sobre todo las rumanas, las que copan esta actividad, alcanzando el 60% del colectivo y dejando atrás a las españolas, que dominaban el mercado a principios de la década de los 90.

Un submundo de explotación y necesidad desconocido por la mayoría de la ciudadanía y un problema aún por atajar en la ciudad ante la mirada atónita e impotente de los vecinos de la Alameda de Colón y los trabajadores y empresarios del polígono Guadalhorce. Reclaman una solución.

Las medidas vienen de camino, pero los afectados muestran su recelo, tras años de padecimientos, a los posibles resultados de la ordenanza que elabora el Ayuntamiento de Málaga y que pretende abolir esta práctica en la calle. La Junta de Andalucía y el Consistorio han puesto en marcha además otro tipo de iniciativas. Hace poco más de seis meses que funciona un dispositivo en el polígono Guadalhorce de asistencia y asesoramiento a estas mujeres, en su mayoría inmigrantes.

El proyecto desarrollado por la asociación Mujeres Emancipadas ha arrojado unos resultados "muy positivos", consiguiendo, según resaltan desde la entidad, importantes avances de acercamiento a un colectivo tendente al rechazo. Así, el Centro Federica Montseny en su primer semestre de funcionamiento ha realizado una media de entre 15 y 20 atenciones diarias en el modular de reducción de daños, es decir, 2.121 atenciones a 157 mujeres diferentes. El trabajo de campo ha venido a confirmar la existencia de temas tabúes para estas jóvenes en torno a asuntos como las mafias. Suelen trabajar como prostitutas como herramienta provisional para la obtención de altos ingresos para enviar a sus familias de origen. "Todas tienen hijos en sus países", uno de los principales motivos para ejercer esta actividad.

Se da con frecuencia además la existencia de una pareja sentimental que ejerce de proxeneta y, en la mayoría de los casos, saben que la actividad no está prohibida pero desconocen el resto de sus derechos. Frente al dominio de las rumanas (el 60% proceden de países del Este) se sitúan las latinoamericanas (20%) y las españolas (20%). Éstas últimas llevan asociado en múltiples casos un problema de drogadicción, hecho que no se suele dar en el resto de nacionalidades.

El informe de esta asociación concluye además que las circunstancias psicológicas y físicas que viven son "muy extremas". "Falta de sueño, mala alimentación, relaciones sexuales desprotegidas, numerosos abortos, malos tratos de clientes y parejas, ausencia de apoyo afectivo y social o falta de papeles....", citan en el informe.

Las denuncias. La otra cara de la moneda es la que narran empresarios y vecinos. Escándalos, robos, inseguridad, restos de la actividad... Precisamente ante esta situación el Ayuntamiento de Málaga ha puesto en marcha una ordenanza contra el ejercicio de esta actividad en la calle. El Consistorio aplicará de hecho a los clientes la máxima sanción económica que permita la ley, según ya anunció la concejal de Bienestar Social, Mariví Romero.

La edil comenta que en estos momentos se procede al trabajo interno entre las diferentes áreas del ayuntamiento. Espera que de aquí a Navidad haya finalizado este estudio, pero recuerda que esta normativa no es fácil, por lo que pueden restar aún un año de trámites. Informes jurídicos, la inclusión de las aportaciones de los colectivos y aprobación en pleno... el proceso es complejo y la iniciativa ambiciosa, ya que se trata además de establecer un protocolo que permita a la mujer que no quiera ejercer contar con una salida. Precisamente, desde Mujeres Emancipadas apuntan que gran parte de las féminas realizan esta actividad como única salida para abordar un problema puntual, conseguir dinero y después dejarlo.