Acaba de ser elegida vicepresidenta de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) en un año clave: el último antes de que se concluya el proceso de Bolonia y los centros universitarios de todo el país se incorporen al nuevo Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Adeladia de la Calle reconoce que el Plan no ha sido suficientemente explicado a la sociedad y aunque entiende que haya movimientos ´antibolonia´, cree que estas manifestaciones son fruto de la desinformación. La UMA está preparada, según su rectora.

–El Plan Bolonia se firma en 1999. Después de diez años y a falta de uno para comenzar a aplicar esta reforma del sistema educativo superior, existen muchas dudas. ¿No se ha sabido explicar bien o es que la sociedad se ha dado cuenta ahora?

–Puede que hayan ocurrido las dos cosas. A lo mejor no se ha explicado suficientemente a la sociedad. Es verdad que siempre se hablaba de Bolonia, pero era como el cuento del pastor y el lobo. ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo! Pero nadie se ha dado cuenta hasta que el proceso no ha tenido fecha de caducidad. El Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES) ya es algo cotidiano. En la UMA, hace seis años empezaron a funcionar los planes pilotos y los programas de formación de estudiantes y profesores; y la plataforma virtual. Y las conferencias de decanos comenzaron a trabajar en la adecuación de los planes de estudio antiguos a los actuales. El ´background´ existía, pero como en cualquier proceso, se veía desde la distancia. Recordemos, por ejemplo, qué paso con el euro.

–¿En pocas palabras, en qué se va a notar, en la práctica, el nuevo EEES?

–El primer criterio consiste en homologar un sistema educativo de enseñanza superior no sólo en la Europa de los 27, sino que estos acuerdos afectan a 46 países. Hay un reconocimiento mutuo de estas enseñanzas que va a permitir una movilidad, un espacio donde se puedan mover los estudiantes y también los profesionales. Hasta ahora, para que el Ministerio homologara tu título hacían falta dos años, y no era un reconocimiento total. Y, por otra parte, Bolonia va a generar una nueva metodología de la enseñanza, que va a repercutir en el aprendizaje del alumno. Los nuevos créditos van a tener un valor importantísimo, porque la formación va a ser mucho más activa.

–Es decir, que no habrá tantas horas de asignatura de cafetería. ¿Sabe el estudiante que su situación va a cambiar en cuento al tiempo que tendrá que dedicar a su formación en la universidad?

–Se va a evaluar el trabajo que realiza el alumno, desde que le dan el programa de una asignatura hasta que la finaliza. Y ahí se valora el tiempo de las clases teóricas, de las clases prácticas, el trabajo individual o colectivo, las tutorías, ya sean presenciales o través de las nuevas tecnologías, e incluso el tiempo que utiliza para estudiar la asignatura y el que emplea para hacer los exámenes. Esto supone un gran avance y nuestros estudiantes van a tener mayor facilidad para aprender. Hasta ahora, la evaluación se basaba casi en exclusiva en el examen.

–¿Y lo sabe el profesor? Porque las tutorías serán obligatorias y en la actualidad, la mayoría, pasa las horas en solitario en su despacho.

–Siempre he dicho que las tutorías era como el examen que el alumno le hacía al profesor dos o tres días antes de las pruebas. Se repasaban todos los conceptos que tenían que haber sido discutidos a lo largo del curso. El trabajo del profesor, efectivamente, va a ser distinto. Menos tarima y más relación personal con el alumno, y, por tanto, mayor preocupación.

–¿Cómo puede combinarse esta situación con la filosofía que plantea Bolonia de aprender a lo largo de toda la vida?

–Hay una gran ventaja porque tenemos que dar opción a que los alumnos se matriculen del curso completo a tiempo parcial, para dar oportunidad a este concepto del EEES. De hecho, ahora nos vamos a encontrar con estudiantes de muy distinta procedencia. Hasta el acceso a la Universidad va a cambiar: desde Bachillerato; desde la Formación Profesional de grado superior; mayores de 40 años que acrediten su actividad profesional; e incluso mayores de 45, si realizan unas pruebas específicas. Esto fomenta que la sociedad cada vez esté mejor formada. Es la oportunidad de comprobar cómo la formación genera una sociedad distinta, que es la sociedad del conocimiento.

–¿Tiene algo malo? ¿Cómo se explican entonces tantas movilizaciones y manifestaciones, algunas, ciertamente, más ruidosas que numerosas, en contra del Plan Bolonia?

–El números de estudiantes que han protestado es muy pequeño. Pero no es malo que haya distintas opiniones. Evidentemente, yo creo que todo lo que propone Bolonia no es bueno. Los cambios tienen sus ventajas e inconvenientes, aunque yo prefiero verlo en positivo, porque va con mi carácter. Cualquier tipo de transformación aporta, aunque seguro que tiene debilidades, pero también fortalezas. Pero queda siempre la incógnita: ¿Nos vamos a adaptar bien? ¿Vamos a ser capaces de responder todos los profesores a este tipo de llamada? ¿Es verdad que los alumnos van a obtener mejores resultados? Pero, en principio, Bolonia tiene que ser una gran oportunidad, que ya nos ha hecho reflexionar mucho. Pero los problemas siempre van a existir hasta que no se encuentran sus soluciones. Y nos va a costar. Y a los que se manifiestan, tenemos que hacerles ver que están equivocados.

–Una de las principales quejas es que el servicio público de la Universidad se va a deteriorar en beneficio de una privatización encubierta, con tasas más caras.

–Hablar de mercantilización de la Universidad no es realista. Yo soy una defensora del sistema público y por eso hemos defendido los precios públicos. El coste de cualquier máster de cualquier Universidad, que lo ofrecía como título propio, estaba por encima de los 5.000 euros (en una privada, superaba los 12.000 euros). Con el nuevo EEES, ese máster de especialización, oficial y público, tendrá un precio que oscilará entre los 1.200 ó 1.400 euros. Y esto ya habla en contra de ese falso criterio de privatización.

–¿El mundo empresarial va a tener tanto poder de decisión en los planes de estudio y nuevos títulos como se presume?

–La misma ley define cuáles son las funciones de la Universidad y la describe como un ente de formación, investigación, transmisión de la cultura y de creación de espíritu emprendedor... Por ejemplo, la UMA va a adaptar absolutamente todos sus títulos, el cien por cien serán adaptados. Y cada uno va a jugar un papel muy importante.

–¿Las Humanidades no se van a quedar en un segundo plano entonces?

–Las Humanidades tienen un valor enorme, a pesar de esa falsa tendencia que hay de decir que no aportan gran cosa a la sociedad. Y creo que es erróneo sobre todo en una sociedad que procura el bienestar. Tienen tanto valor como pueden tener las Tecnologías. Pero eso no quita que cumplamos con nuestra obligación histórica de mantener relaciones con la empresa y la transferencia de conocimiento, en beneficio de la propia sociedad.

–¿Cómo llega la UMA preparada a este ´sprint´ final de Bolonia?

–Aunque hemos trabajado mucho en la adaptación de los planes de estudio, para este año hemos sido muy cautos en cuanto a la presentación de propuestas de memorias de certificación para que nuestros títulos sean aprobados. Así que sólo hemos presentado once (Filología Hispánica, Traducción e Interpretación, Historia del Arte, Derecho, Relaciones Laborales y Recursos Humanos, Terapia Ocupacional, Podología, Fisioterapia, Enfermería, Trabajo Social y Turismo). Tenemos informes favorables para que estos grados puedan ser incorporados a la oferta. Eso no quiere decir que los once vayan a salir, porque con que salgan ocho, me daría por satisfecha. Y en este momento, estamos preparando todos los títulos, a excepción de las Ingenierías, que serán las últimas por el nuevo decreto de competencias profesionales. Pero antes de diciembre de este año, todos los títulos habrán sido ya enviados para su verificación.

–¿Y en cuanto a los postgrados?

–Hemos estado trabajando mucho en este tema y lo llevamos muy adelantado. Ya es el tercer año en el que se ofertarán postgrados oficiales y ya tenemos un número considerable verificados.

–¿Y en cuanto a las obras de infraestructuras? Teniendo en cuenta la adecuación de espacios que también exige el nuevo EEES.

–Estamos adaptando espacios, construyendo algunos más pequeños, porque los grupos tienen que ser de 65 alumnos y estamos metidos en un sistema de obras para este verano y el próximo muy importante. Además, estamos adquiriendo material nuevo.