Ir a la playa es gratis. Puede que una de las pocas actividades de ocio que aún lo es. Pero comer en un chiringuito ya no. Es por ello que la orilla se llena de sombrillas y toallas y, sin embargo, las terrazas de los merenderos se quedan vacías y, cuando se ocupan, es con turistas que gastan mucho menos que hace un par de años. La crisis ha provocado que la hostelería vea reducida su facturación un tercio en las dos últimas temporadas. Y los datos de julio no han hecho más que confirmar esta tendencia negativa.

Según el balance de los empresarios, las ventas han descendido en Málaga en torno a un 15% durante el pasado mes. La previsión que realizan para agosto no es mejor. Estas cifras habría que sumarlas a los datos que ya se cosecharon el pasado verano, cuando la facturación ya fue un 20% inferior al 2007. Es posible que el turismo sea una de las actividades económicas que mejor soportan la crisis, pero eso no quiere decir que no sufra sus consecuencias.

Los chiringuitos son de los establecimientos que más padecen esta merma de ingresos, por su especialización en turismo de playa y temporalidad. El presidente de la Asociación de Empresarios de Playas (Aeplayas), Miguel Arrabal, explica que el problema no se encuentra en el número de turistas, sino en el gasto medio por persona y día. "Hay muchos turistas pero no gastan", asegura utilizando prácticamente el mismo discurso que el año anterior.

La consecuencia es que se tarda mucho más en hacer la misma caja y hay que hacer un esfuerzo en la contratación de personal, pues hay clientes que atender. Otra cosa es lo que pidan y gasten. Por este motivo, los empresarios han mantenido prácticamente la misma plantilla que otros años, con refuerzos los fines de semana. "Estamos recuperando profesionales que vuelven de la construcción y eso es una garantía de calidad en el servicio, pero también contratamos a estudiantes universitarios e incluso a titulados que están en el paro y necesitan trabajar", añade Arrabal.

Imagen de calidad. A esto se suma que ni hosteleros ni propietarios de chiringuitos pueden subir los precios si no quieren ganar aún menos, ya que la ´sensibilidad´ de los turistas a la hora de abonar las consumiciones es cada vez más alta. "Tampoco bajamos los precios, porque no queremos deteriorar la imagen de destino turístico de calidad de la Costa, que luego sería muy difícil de recuperar", señala Norberto del Castillo, presidente de la federación andaluza de chiringuiteros, que muestra su resignación ante la situación económica. "Los empresarios debemos entender que hay años mejores que otros y que los márgenes de beneficios siempre no pueden ser los mismos. Es más, a veces hay que sufrir pérdidas", añade.

Por su parte, el presidente de Aehma, Rafael Prado, no es optimista con respecto a lo que puede deparar el mes de agosto. Los primeros días, de hecho, han sido una continuación de lo que ha ocurrido en julio. La feria es la gran esperanza, pero hasta cierto punto. "Esperamos muchos visitantes, quizás menos que otros años, pero la realidad será que el gasto será mínimo. Venderemos bebida, pero pocas comidas", pronostica.