Las huellas y el ADN en la escena del crimen pertenecían a otra persona, pero la manipulación del caso le convirtió en 1996 en culpable de un doble asesinato en Estados Unidos.

El español Joaquín José Martínez fue condenado a muerte y pasó cinco años y medio en una cárcel de Florida (tres de ellos en el corredor de la muerte) hasta que la presión nacional e internacional (el Rey y Juan Pablo II incluidos) forzaron un segundo juicio y pudo salir libre.

Hace unos días visitó La Opinión acompañado de Mónica, su pareja malagueña desde hace años, y de Francisco de Paula, el malagueño que más luchó por su liberación y que también propició la salida de otro inocente, el pintor mejicano Mario Flores, tras 20 años en el corredor de la muerte.

Fue precisamente en Málaga, en una exposición de Mario Flores que Joaquín José visitó con sus padres al mes de conseguir la libertad, donde pudo encontrarse con Mónica, una joven malagueña que había estado escribiéndole al corredor de la muerte desde 1998. "Veía la tele, a los padres, vi la dirección y algo te mueve a escribirle. Luego al final fue él quien me apoyó más", cuenta Mónica.

La pareja vive en Valencia aunque como recalca Joaquín José Martínez, "mi casa está donde estoy en ese momento porque sigo viviendo como si este fuera mi último día". La semana pasada se encontraba en Málaga para conocer a un nuevo sobrino.

El paso por el corredor de la muerte, "una eternidad", le ha hecho más fuerte pero también le ha empujado a hacer realidad el consejo de su padre, fallecido por un desgraciado atropello en 2003: "Él me decía, tú intenta ser la mejor persona que puedas ser, el mejor padre y el mejor hijo. Ese es mi deber diario, si cumplo me duermo tranquilo".

La huella de su padre, Joaquín, sigue muy presente en el hijo, por eso no quiere dejar pasar que mañana, lunes 16, habría cumplido 74 años. "El corredor de la muerte lo superé al salir, lo de mi padre fue peor que eso", explica. Pero sus enseñanzas y su ejemplo están ahí, así como los de su madre, Sara, y desde que salió de la cárcel norteamericana se ha convertido en un firme combatiente de la pena de muerte, dando charlas allí donde le llaman. Y sin cobrar honorarios.

"El mes pasado dí conferencias en París, en Roma, en Suiza y hasta en un instituto en Paterna, Valencia y en septiembre tengo que ir a Portugal", explica.

Los alumnos de Paterna, por cierto, habían realizado un trabajo de seis meses sobre la pena de muerte y contactaron con él a través de la página web. Su sorpresa fue mayúscula cuando lo vieron aparecer.

El compromiso de Joaquín José con la supresión de la pena de muerte es total, de ahí que las colaboraciones con los medios de comunicación se circunscriban a esta materia y haya declinado jugosas ofertas para participar en entrevistas de otro tipo o en concursos televisivos, aunque resalta: "Respeto a todos los medios porque mi padre tenía un mensaje que transmitir y llegó a todos gracias a los medios de comunicación, a los que les estaré agradecido de por vida".

Tras salir en libertad, estuvo un año viviendo en Madrid "como en una nube" y al segundo se trasladó a Valencia. En la actualidad lleva tres años trabajando con unos amigos, "que se han portado muy bien conmigo", en uno de cuyos proyectos lleva trabajando los últimos ocho meses: una película sobre su vida.

Joaquín José Martínez quiere subrayar que no es "ni el director, ni el productor, ni el escritor" de la película. De hecho, el productor será Maximino Martínez Navarrete, "una de las personas más grandes que conozco y que lo va a sacar adelante y se va a contar la historia como es".

No busca, destaca Joaquín José, ganar dinero en este proyecto que no partió de él sino "que la historia que tengo llegue a todo el mundo, para que la gente sepa que lo mío le sigue pasando a otras personas".

La intención es poder estrenarla en 2011. La fecha no es un capricho: "Se quiere establecer una moratoria universal de la pena de muerte, apoyada por el Gobierno Español y otros estados y sería un buen momento para estrenar la película".

Otro objetivo es que sea lo más veraz posible, por eso contará con actores norteamericanos y españoles, "y si la acción transcurre en Barcelona, se hablará en catalán con subtítulos y si es en Valencia, en valenciano con subtítulos. Vamos a respetar hasta el último detalle", recalca.

Será la visión en la gran pantalla de una persona inocente en el corredor de la muerte, y que como recuerda, "dos meses antes de entrar acababan de matar a un hombre y lo quemaron en la silla eléctrica", de ahí que la preocupación principal de los presos no fuera el tiempo pasado entre rejas o el no ver a la familia. "La gente lo que temía era el día de la ejecución, por el dolor al ser ejecutados".

Estando preso Joaquín José, recibió, como el resto de condenados, un formulario para que eligiera cómo querían morir, si electrocutado en la silla eléctrica o por inyección letal.

Joaquín José Martínez subraya, no obstante, que la pena de muerte en Estados Unidos está perdiendo terreno paradójicamente por cuestiones económicas. "Acaban de retirar la pena de muerte en un estado porque no había dinero. Yo sé que por mantenerme a mí le costaba al estado de Florida más de un millón de dólares al año. Con ese dinero se pueden hacer muchas cosas en lugar de estar ejecutando gente. La crisis está haciendo que estén pensando eliminarla por problemas económicos".

La última vez que Joaquín José visitó La Opinión de Málaga junto al mejicano Mario Flores, que también escapó de una condena injusta, hacía muy poco que había perdido a su padre.

En esta ocasión, pasados tantos malos ratos y con un buen horizonte por delante, confiesa: "Estoy viviendo el mejor momento de mi vida al poder disfrutar de nuevo".

Además, viaja tres o cuatro veces a Estados Unidos a visitar a sus dos hijas y ya ha dejado atrás las pesadillas de los primeros años, en las que soñaba que seguía en el corredor. "Ahora por fin sueño en libertad, soy más fuerte y tengo además un valor diferente de lo que es la amistad y la familia".

Joaquín José conservará siempre esos centenares de cartas de las personas que tantos ánimos le dieron estando en la cárcel. Es el recuerdo de un movimiento que unió a todo un país y a personalidades internacionales para reclamar su liberación y condenar la incivilizada pena de muerte.