Un argumento utilizado por el Ayuntamiento para defender la construcción de una nueva estación bajo la plaza de la Marina es la utilidad, parece que refrendada por encuestas, que muestran que alrededor del 60% de los usuarios del Cercanías que se bajan en la última parada van al Centro Histórico.

Este hecho se resolvería con una terminal en la puerta de la calle Larios, que además compartiría espacio con el metro, facilitando el intercambio de modo de transporte, aunque esto también se consigue con la estación de Renfe.

Además, se da la circunstancia de que el área de influencia de las paradas de Renfe y Centro-Alameda (ahora cerrada por su remodelación) es muy parecida, ya que se calcula en unos 500 metros cada una y la distancia entre ellas es poco menor de 300 metros.

Estas circunstancias parecen que apoyan las tesis municipales, que creen que usar el metro para cubrir los accesos al Centro desde la estación del Cercanías de Renfe no facilita los movimientos. No obstante, el Ayuntamiento recalca que la conexión para los pasajeros del Cercanías con la estación del metro prevista en la calle Mendívil es muy compleja al estar obligados a cruzar el centro comercial y bajar a la segunda planta del aparcamiento, que también tendrán que atravesar.

Reforma urbana. El Ayuntamiento ya piensa en una gran reforma de la plaza de la Marina si consigue la extensión de la línea del Cercanías. La coincidencia de una estación del metro (más cerca de la superficie) y otra del tren (por debajo) daría alas a su proyecto de un gran intercambiador en la zona.

Aunque son proyectos que pueden ir independientes, el Ayuntamiento ya planteó trasladar bajo la plaza las cabeceras de los autobuses de línea que ahora pueblan la Alameda. Eso se uniría al soterramiento del tráfico en el Muelle de Heredia, acordado con el Puerto, y también a su paso por la plaza de la Marina, a la profundidad del aparcamiento y por encima de la línea del metro.

El objetivo último de todo esto sería la peatonalización de la parte central de la Alameda y de la plaza de la Marina, ya liberadas de las paradas de autobús y del tráfico. En el caso de la Alameda, éste se mantendría por los laterales y pasaría bajo la plaza.

Este proyecto está planteado a muy a largo plazo, aunque la Junta y Fomento lo ven con recelo, sobre todo en el aspecto de su financiación. Parece claro que un proyecto de esta envergadura, al estilo del intercambiador de Moncloa, en Madrid, requeriría financiación estatal y autonómica. Por lo menos en un alto porcentaje de su coste total.