Pepe Sánchez Córdoba, o Pepe Córdoba, como es conocido, tiene la virtud de coleccionar amigos. Durante 40 años ha sido el maestro de Sayalonga y durante nueve compaginó esta vocación con la de alcalde. En esta vida de servicio las cosas no fueron un camino fácil. Nació en 1942 y al mes murió su madre. "Mi padre se dedicaba a la agricultura, en el pueblo vivía una tía soltera que fue quien me crió". También lo hicieron sus abuelos maternos. "Mi abuela me ayudaba en los estudios", recuerda.

Pero los estudios no marchaban bien por culpa de maestros con escasa formación. La cosa cambió cuando él y quien hoy es su mujer, Virginia Márquez, la practicante del pueblo, probaron suerte en una academia de Torre del Mar: Pepe y Virginia ´arrasaron´ en los exámenes del instituto Gaona.

Convertido en maestro, con 23 años fue nombrado concejal, aunque confiesa que el papel de los ediles consistía sólo en asistir a reuniones y discutir propuestas. Su vida cambió en 1970: "Me llamaron a Málaga, a la Jefatura Provincial del Movimiento y me dijeron que sería el alcalde. Yo ni sabía que habían cesado al anterior", explica.

Pepe Córdoba se convirtió, a sus 26 años, en el alcalde más joven de España y compaginó la familia (dos hijos) y la escuela con el Ayuntamiento, que por entonces tenía un presupuesto anual de 750.000 pesetas para este pueblo de unos 1.500 vecinos.

Pepe Córdoba no se olvida de un funcionario municipal ejemplar: Gregorio Fernández. "Estaba contratado como portero pero como no había nadie llegó a ser pluriempleado y era el municipal, cobraba los arbitrios, bajaba dos veces al día a poner en marcha el motor en el río, se encargaba de la limpieza con un hombre que contrataba, cambiaba las bombillas... hasta hacía de ayudante de forense", ríe.

Las ganas de trabajar del alcalde veinteañero (y trabajar gratis, pues no cobraba un duro) hicieron posible que Sayalonga y su pedanía de Corumbela tuvieran importantes mejoras. "Tenía en mente que Corumbela, que entonces estaba incomunicado, tuviera teléfono; agua en Corumbela no había en verano y en Sayalonga el problema era el agua del río, que había que bajar dos veces a accionar la bomba. Gracias al presidente de la Diputación, Francisco de la Torre, pudimos con subvenciones traer el agua de la sierra a Corumbela, instalar el teléfono y contar con una bomba sumergible que sustituyó a los motores antiguos del agua", recuerda Pepe.

De su época fueron también los dos carriles que unían Sayalonga con Carraspite y el molino del río. "Fue muy importante para la agricultura. Antes era un camino de herradura y con los carriles, las bestias se cambiaron por el transporte mecanizado y empezaron a venir extranjeros a ver fincas".

Pepe Córdoba, alcalde desde 1970 a 1979, vivió de cerca los cambios políticos. "Allí la gente no eran políticos, eran trabajadores", señala. En su opinión, "aquel tiempo tenía sus cosas buenas y malas igual que ahora".

Sí recuerda haber cedido la escuela para reuniones políticas, "incluso al Partido Comunista antes de que se legalizara y era el único partido que dejaba la escuela más limpia que cuando entraban". También procuró responder de los ´elementos políticos´ controlados por la Guardia Civil, para evitar que fueran detenidos, como ocurría en otros pueblos. "En Sayalonga no se llevaron a ninguno", resalta. Además, quiere subrayar el estricto control contable que la Diputación ejercía sobre los ayuntamientos para evitar malas gestiones económicas. En el 79 tuvo ofertas de UCD y PSA para presentarse a alcalde pero Pepe prefirió seguir sólo como maestro. "Mi vida no era la política, yo me metí por el afán de servir". No es raro que tenga tantos amigos.