El pasado mes La Opinión de Málaga dedicó tres páginas al eterno debate sobre la conclusión o no de la Catedral, una espina clavada en la imagen de una ciudad dinámica que, sin embargo, no se anima a concluir su obra más famosa.

El debate lo propuso el popular Elías Bendodo, pero ya el año pasado el alcalde abogó por terminar al menos la torre de la Catedral, con una importante salvedad: siempre que exista consenso. Y ese es el problema: en Málaga no hay ni habrá consenso sobre este asunto, que tiene un gran componente estético, lo mismo que tampoco lo habrá sobre Picasso, a quien parte de esta ciudad ´no entiende´.

Los políticos consultados abogaron por el consenso y no tomaron una postura clara ni a favor ni en contra de terminar la Catedral. Una posición muy política pero también muy poco realista, porque con ella lo único que hacen es dejar pasar el problema en lugar de zanjarlo en uno o en otro sentido.

Si quienes pueden tomar decisiones sobre la Catedral prefieren mantenerse neutrales en un asunto tan controvertido, la cosa va para largo. Tan sólo los arquitectos e historiadores consultados y la propia Diócesis expresaron su postura clara y dieron interesantes argumentos.

A juicio de un servidor, una de las más interesantes fue la del aparejador de la Catedral Fernando Ramos, quien señaló que la torre de la ´Manquita´ era un asunto que se podía abordar al final.

En efecto, hay muchas personas que consideran que la falta de torre forma parte de la imagen turística de Málaga, pero lo que ya no tiene mucha justificación es que el resto del templo permanezca inacabado ´por todos lados´.

El revestimiento de la cubierta, por muy bien que se haya realizado, es un apaño temporal para un edificio sin tejado. El archivo de la Catedral está en la única torre del monumento por que no hay otro sitio y tampoco hay sacristías por ningún lado ni apenas estatuas exteriores.

Una manera de acercar las dos posturas ´irreconciliables´ sobre la Catedral inconclusa sería completarla en todo lo que le falta y dejar la torre inacabada para futuros siglos.

Seguro que, capeada la crisis, surgen empresas o instituciones interesadas en patrocinar algo tan importante para el patrimonio histórico artístico de Málaga. De paso, sacaríamos a los políticos de su acomodada neutralidad y, logrado un poco más de consenso, "apostarían" por la obra e incluso la "impulsarían".

Estandarización

Y siguiendo con la jerga política malagueña, siempre en busca de la claridad expositiva, una formación política se refirió hace unos días en un escrito dirigido al Parlamento andaluz a las "cajas estandarizadas" del Puerto, ´oséase´ a los contenedores. Ya que estamos en el territorio de la Autoridad Portuaria, más claro, agua.