Cuando el 1 de enero de 2006 entró en vigor la ley antitabaco, uno de los objetivos era reducir el número de fumadores. A día de hoy, el reto roza peligrosamente el título de ´fracaso´. La caída de la prevalencia del tabaquismo en la provincia de Málaga en los últimos años tan sólo ha sido del 3,4%. Esto supone que apenas unos 15.000 malagueños han dejado este hábito nocivo. Actualmente, tres de cada diez malagueños consume habitualmente cigarrillos, esto es, cerca de 500.000 malagueños fuman en toda la provincia.

A pesar de colocar carteles de ´Prohibido fumar´ en centros de trabajo, colegios y cualquier lugar de carácter público, la tendencia del sector hostelero a ofrecer la posibilidad de fumar en su restaurante o bar de copas ha derivado en unas cifras poco halagüeñas para los detractores del cigarrillo. Así lo asegura Salvador Oña, especialista en medicina preventiva y miembro del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo. "La actual ley es una medida efectiva, pero de segunda línea. Sería fundamental aumentar la fiscalidad del tabaco y potenciar las campañas preventivas. Con eso bajaría la prevalencia, tal y como se ha demostrado en otros países europeos", explica el facultativo, quien añade que en la primera etapa de la aplicación de la normativa se produjo una "avalancha de personas que deseaban dejar de fumar, pero ahora la situación se encuentra en un punto de estabilidad, como si fuera una meseta".

En la actualidad el tabaquismo, junto con la obesidad, es una de las amenazas crecientes para la salud de los malagueños. Tanto es así que anualmente se diagnostican en la provincia 500 casos nuevos de cáncer de pulmón. De ellos, el 80% de los afectados consumen tabaco. Cifras similares se registran en el caso de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), en cuyo caso cerca del 70 por ciento de los enfermos también consumen tabaco de forma habitual. Como factor de riesgo, el 30% de aquellos pacientes que han sufrido un infarto de miocardio contaban en su historia clínica con el tabaco como una de las causas directas en el accidente cardiaco.

Economía. Cuando los coletazos de la crisis afectan demasiado al bolsillo, destinar la calderilla a un paquete de tabaco diario se hace cada vez más difícil. Sin embargo, la ansiedad por la actual coyuntura socioeconómica y la falta de campañas preventivas suponen un flaco favor a los deseos del fumador del dejar el vicio.

"Si una persona que se fuma 20 cigarrillos al día dejara de consumir, en un mes se ahorraría 95 euros y en 6 meses, casi 600", afirma Oña, quien añade que el proceso para dejar de fumar es "adaptativo", ya que supone un cambio de conducta en el que no sólo influye la voluntad sino también la franja de edad y los intentos previos para que la tasa de éxito sea elevada. "Si se modifica la legislación será positivo y provocará que un gran número de personas den el paso para dejar de fumar", sentencia Salvador Oña.