Las últimos lluvias endurecieron la polémica sobre la capacidad de defensa de Málaga frente a los temporales. Los expertos, consultados por este periódico, se mostraron tajantes y apuntaron a la falta de inversión en reforestación, un asunto que, pese a los planes impulsados a partir de 1989, continúa en barbecho. La Junta sostiene que ha dedicado más de 45 millones a la contención de inundaciones. Pero los hidrólogos, urbanistas, ¿qué opinan? Lo dicho, se han construido infraestructuras, pero de vegetación, poco, casi nada.

José Damián Ruiz Sinoga fue uno de los redactores del Plan de Defensa del Málaga, documento que se aprobó después de la catástrofe y que, posteriormente, fue ampliado y asumido por la Junta. De las propuestas en materia forestal, veinte años más tarde, dice, no se ha complido casi ninguna. "No es una interpretación, son los datos", señala.

En estas dos décadas, los avances se han registrado principalmente en obras hidráulicas, con la construcción de la presa de Casasola y el ropaje del Guadalhorce, que ya no representa el mismo peligro que en la fecha de las riadas.

Unos proyectos que los especialistas ven con buenos ojos, pero que, en su opinión, no resta relevancia de la reforestación. Para Ruiz Sinoga, por ejemplo, los diques son sólo una solución a corto plazo, inútil si no se acompaña del aumento de la cubierta vegetal. "El embalse de Casasola tiene que abrir compuertas cada vez que llueve para no llenarse de tierra. Con el Guadalmedina pasa igual, no hay garantía de que le llegue agua limpia", puntualiza.

La erosión de los suelos, el arrastre de material, juega un papel dramático con las grandes lluvias. La solución no es otra que la que aporta la propia naturaleza: los árboles, las plantas, sirven para atenuar su curso, su devastadora carrera.

Los arquitectos Ángel Asenjo, Francisco San Martín y Carlos Hernández Pezzi, entre otros, sostienen que la reforestación no es una propuesta caprichosa, sino una necesidad desatendida demasiado tiempo. "Cada vez que llega un temporal se habla de lo mismo, pero no se hace nada", declara San Martín.

Las zonas más despobladas de Málaga coinciden con las más afectadas por los temporales. Ruiz Sinoga abre el mapa de la ciudad y pone el dedo en el entorno de Campanillas, en el Guadalmedina, en el conjunto de los Montes de Málaga, en los arroyos orientales. Se trata de algunos de los puntos más sensibles a las lluvias del pasado 7 de enero. Sobre la mesa, un asunto subsidiario: la construcción en áreas catalogadas como elementales en el plan del 89.

En este tema, destaca, aunque no precisamente por ecológico, el proyecto de urbanización de Las Colinas de El Limonar. Ruiz Sinoga, hidrólogo y profesor de la Universidad de Málaga, se muestra conciliador y manifiesta sus dudas acerca de los perjuicios de la promoción. Eso, sí, cuando esté finalizada. Por el momento, el movimiento de tierras ha comportado los efectos que se esperaban: menos drenaje y mayor contaminación de las aguas.

El especialista lo comprobó el pasado 7 de enero, en el que tomó muestras puntualmente de la carga de sedimentos del agua que resbalaba por la ciudad. "La del arroyo La Caleta tenía una concentración 4,9 veces superior a la de Jaboneros", detalla.

El urbanismo, las construcciones representan la gran dificultad de los planes de reforestación. El problema es complejo. Las zonas más vulnerables pertenecen a particulares, por lo que son ellos los encargados, mediante subvención, de repoblar el paisaje. "Las administraciones les deben facilitar todos los elementos necesarios para llevarla a cabo", opina.

La delegación provincial de Medio Ambiente sostiene que la administración ha elaborado diferentes estrategias en los últimos diez años y habla de la reforestación de los cauces de los ríos Guadalhorce y Guadalmedina. Además, cita 30.000 nuevas hectáreas. Los expertos son escépticos acerca del avance. Afirman que mejorar en reforestación es caro. El riesgo ya no es el del 89, pero la contención aún no ha dado el gran salto.