Las quemaduras que sufrió un menor de 11 años el pasado jueves en la plaza Prudencio Jiménez de Málaga capital no se debieron a ningún ataque, sino a que estaba intentando fabricar un artefacto explosivo, según se deduce de la investigación llevada a cabo por la Policía Local.

Los hechos tuvieron lugar sobre las 20.15 horas del pasado jueves, día 11, cuando el niño, que se encontraba acompañado por otros tres menores, de entre nueve y 12 años, sufrió graves quemaduras, ya que, según manifestaciones de testigos, llegó a tener la mitad superior de su cuerpo envuelto en llamas, logrando sofocar las mismas con el agua de una fuente que hay en la plaza, en la que metió la cabeza.

Una dotación del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga acudió al lugar del suceso, asistiendo en primera instancia al menor y procediendo a su traslado al hospital Materno Infantil, ya que sufría quemaduras de segundo grado en la cara, brazos y manos.

Efectivos de la Policía Local se personaron en el lugar, entrevistándose con los menores que acompañaban al niño herido, que manifestaron que otros cuatro jóvenes, de unos 16 años, habían lanzado una botella de plástico hacia el pequeño lesionado, explosionando a sus pies y ocasionándole, por tanto, las quemaduras.

Inspección

Los policías locales inspeccionaron la zona, localizando una botella de plástico de dos litros, otra parcialmente quemada de aguarrás y un mechero, así como restos de bolitas de papel de aluminio descompuestas por reacción química, según informaron desde este Cuerpo a través de un comunicado.

Agentes del Grupo de Escoltas, Menores y Atención Ciudadana (Gemac) de la Policía Local se hicieron cargo de la investigación, en la que, desde un principio, todo apuntaba a que las quemaduras se habían debido a un accidente y no a un ataque, tanto por la localización de la botella de plástico, el aguarrás, el mechero y las bolas de papel de aluminio, como por el hecho de que la ropa que llevaba puesta el menor herido desprendía un fuerte olor a aguarrás.

Además, una vez desplazados los policías locales al hospital y entrevistados con personal médico, comprobaron que la localización de las quemaduras no se correspondía con el ataque que decían haber sufrido los menores y todo indicaba que estaban fabricando un artefacto explosivo.

Finalmente, el menor herido reconoció a los agentes que la deflagración se había debido a un accidente, ya que los cuatro menores habían decidido fabricar un artefacto explosivo, no reconociéndolo en un principio para evitar ser castigados por sus respectivos padres.

Asimismo, los policías locales localizaron el comercio en el que uno de los menores adquirió la botella de aguarrás, tomando declaración a su propietario y realizando la pertinente inspección del establecimiento, siendo denunciado por vender artículos de droguería sin estar autorizado para ello.