El paro se está cobrando ahora, dos años y medio después de estallar la crisis, sus frutos más amargos. Si antes quedarse sin trabajo era un problema de consecuencias retardadas -la prestación por desempleo daba para tirar bastantes meses-, la permanencia continuada en el desempleo se ha convertido en una tragedia para decenas de miles de malagueños, a quienes la mera subsistencia se les hace cada días más complicada.

Los últimos datos hablan en Málaga de 177.364 parados, de los que más de un tercio, casi 63.000, llevan más de un año sin trabajar, con lo que sus prestaciones se reducen en muchos casos a los famosos 420 euros que el Gobierno concede por un máximo de seis meses a los desempleados que agotan el resto de ayudas. Con todo un 20% de los actuales parados, unas 35.000 personas, pueden estar ya sin ninguna cobertura, según los cálculos elaborados a partir de los datos del SAE. Ante esta creciente e insostenible situación, algunos desempleados han iniciado en los últimos meses una seria de pequeñas movilizaciones frente al Ayuntamiento de Málaga, la calle Larios o la oficina del SAE en la barriada de la Paz que originaron el pasado domingo 14 una manifestación de más de un millar de personas por los barrios de la Carretera de Cádiz donde, aseguran, el paro afecta fácilmente al 60% de la población activa y llega al 85% de en zonas como San Andrés. Y prometen más acciones reivindicativas a corto plazo, junto a asociaciones de municipios como Cártama o Campillos.

Cita en San Andrés. Hipotecas que se han dejado de pagar, desahucios crecientes, visitas regulares a instituciones benéficas como Cáritas, Padre Huelin o Bancosol en busca de ayuda y alimentos y, sobre todo, el recurso constante a padres, abuelos u otros familiares para llegar a final de mes conforman el panorama de los barrios más azotados por el paro.

Otro recurso, por supuesto, son los trabajos ´subterráneos, ya sea las tradicionales chapuzas a domicilio o la venta ambulante en los mercadillos. "Hay mucha indignación, y el sentimiento de que si esto no se arregla estallará", explican estas personas, hasta hace poco anónimas pero que han optado por dar un paso al frente para, al menos, dejar claro su inconformismo.

Precisamente, el presidente de la asamblea de desempleados de San Andrés, Juan de Dios Olalla, señala que para este martes ya tienen convocada una reunión a las 18.30 horas en un local cedido por la asociación de vecinos donde quieren seguir aglutinado el sentir de los parados. "El principal problema para unir a los desempleados es que existe una mentalidad muy individualista. Cada uno quiere que se le resuelva su problema, pero sólo juntos podemos pelear", comentan Olalla y el portavoz de la Coordinadora de Parados de Málaga, Pedro Francisco Sánchez.

Propuestas. Las peticiones de este colectivo pueden parecer imposibles de aplicar, pero revelan sin duda el estado real de ánimo por el que atraviesan miles de malagueños. "El Gobierno debería aplicar una moratoria hipotecaria a los hogares donde todos sus miembros se hayan quedado en paro. A los bancos se les ha ayudado con mucho dinero para sanear sus deudas; ahora toca que ellos ayuden", dicen.

Otro deseo sería que el subsidio, aunque de pequeña cuantía, fuera indefinido para los parados de larga duración. Y que se les ponga a trabajar. "Podríamos hacer tareas en los barrios, limpiar calles, adecentar aceras o limpiar los montes para evitar incendios. Así podríamos tratar de llegar a un salario digno", añade Sánchez.

Paqui González: “Nos hemos tenido que meter en casa de los padres para sobrevivir”

Paqui González, de Campillos, muestra su decepción con el plan ZP que, a su juicio, sólo ha servido para pequeñas obras, mientras las grandes actuaciones echaban mano de trabajadores de fuera. Paqui, en paro desde hace un año tras trabajar en la hostelería y el diseño industrial, asegura que ahora mismo “no hay movimiento ninguno” de actividad en la comarca. “Muchas tiendas han cerrado, y de empleo sólo queda el Eroski de Antequera y el Mercadona”, dice. Ella, como muchos en su zona, ha tenido que meterse en casa de sus padres para subsistir. Tampoco el campo ha sido de mucha ayuda. Las lluvias sólo han permitido trabajar siete días en febrero “¿Qué persona lleva un sueldo a casa son sólo siete días de trabajo?”, se pregunta.

Miguel Ángel Reyes: “Pasas de una vida normal a otra muy limitada. Pido hasta para gasolina”

Miguel Ángel Reyes, soldador de estructuras, tuvo su último trabajo en la ampliación del Plaza Mayor, hace ahora año y medio. Desde entonces, nada. “Esto se veía venir, pero la crisis se nota ahora, cuando se acaba el dinero y las ayudas”, explica este joven padre de familia. En San Andrés, colectivos vecinales han repartido ya paquetes básicos de ayuda para los más necesitados, lo que deja algo de dinero extra para pagar la luz y el teléfono, pero poco más. “Yo tengo que tirar de la pensión de mi madre, y pedirle hasta para gasolina para ir a una entrevista de trabajo”. El cambio es profundo. “Pasas de una vida social normal, yendo al campo los fines de semana, a otra limitada. Ya no se trata de trabajar, sino de tener una vida mejor para mi hijo”.