Nada más situarse frente al atril para empezar el pregón se escucha al pregonero, en voz baja, hablar consigo mismo y comentar que los micrófonos molestan al pasar las hojas. Seguidamente mira al público: "Es verdad que no se ve". Risas. Agustín del Castillo, con esta anécdota, muestra su carácter natural y cierta frescura, que volvió a sacar en determinados momentos de su intervención y que tuvo como colofón el aplauso final, momento que aprovechó para sacar de entre bambalinas a la pregonera de 2009 y su presentadora, Ana María Flores, que se escabulló en cuanto pudo.

No fue un pregón que guste a los puristas. Ni en el que se haya removido la epidermis con un tono exagerado y efectista. De hecho, arrancó 16 ovaciones. El pregón de Agustín del Castillo fue una extensión de su personalidad. Mezcló anécdotas amenas con las emotivas. Repasó datos históricos, hizo algunos guiños personales y mantuvo un tono suave, sosegado, quizá por los problemas de garganta que tenía y que le obligaron a beber agua repetidamente.

Sin embargo, también supo guardarse algunas sorpresas que marcaron el ritmo del acto. Primero la saeta cantada por Raquel Framit, acompaña al tambor por Jesús Campos, de Campillos. Un poco más adelante, sonó una campana de trono, de nuevo el tambor y las luces subieron hasta la media potencia para mostrar cómo un cuerpo de acólitos con dalmáticas, guiado por un pertiguero, recorría los pasillos del patio de butacas.

Por último, cerró el pregón invitando a todos los asistentes a levantarse y rezar. Un toque que resumió de un gesto, el sentido de su intervención. Ana María Flores, en su presentación, resumió perfectamente la personalidad de Agustín en tres palabras, que se hicieron presentes en el pregón: "Cristiano, cofrade y malagueño".

La Banda Municipal de Música fue la encargada de abrir el acto con la interpretación de ´España Llora´, ´Hombres de trono´ y la ´Marcha Fúnebre´ de Sors.

El decorado, a tono con el pregón, tenía una fuerte carga simbólica del camino del cristiano, dibujado desde un cirio pascual situado en el centro del escenario hasta la cruz alzada, que había sido cedida por la hermandad de Viñeros. De fondo, un triángulo, referencia a la Santísima Trinidad.

A esto habría que unir la lógica presencia de fotografías de los titulares de la hermandad de Gitanos, su guión y la túnica de nazareno del pregonero.