"¿A qué hora sale la Piedad? ¿A las nueve?" "No, a las ocho" "¿Seguro? Aquí pone a las ocho y media, mi primo me ha dicho que a las ocho y cuarto y he leído que a las nueve". Confusión total. Los fallos en la mayoría de las guías de traslados, la amenaza de lluvia que alteró alguna salida y la gran cantidad de personas en las calles propiciaron un Domingo de Pasión –o de traslados, como se le conoce ya popularmente– algo confuso. Aunque se fue aclarando (también el tiempo) conforme avanzó la tarde.

Pero el principio del día fue complejo. La lluvia hizo su aparición tímida, pero suficiente para obligar a los hermanos de la Sangre a retrasar su traslado. El interior de San Felipe Neri se vivió con nervios. ¿Salir o no? Al final, salió casi dos horas después. Eso sí, con un recorrido mínimo, de la iglesia a la cercana casa hermandad, acompañados por la banda de la Paz. El Cristo lo hizo cubierto por un plástico a modo de palio, sostenido por brazos y paraguas. La Virgen de Consolación y Lágrimas, en su trono de traslado, recorrió la distancia hasta su trono sin protección contra la lluvia.

Gitanos y Prendimiento

La tarde comenzó nublada, pero fue mejorando. Gitanos fue puntual. A las cinco y media se abrieron las puertas de los Mártires y rápidamente la cruz guía ganó la calle Comedias. Los titulares de la hermandad salieron entre aplausos del muchísimo público congregado. La Virgen de la O no iba de hebrea, como otros años. Salió con saya azul de intenso bordado y manto burdeos.

La banda de la Estrella aportaba sus rotundas interpretaciones, como ´Soleá´ en Tejón y Rodríguez o ´Bendición´ en la calle Gómez Pallete.

En Capuchinos, la calle Eduardo Domínguez Ávila vistió sus balcones de damasco y terciopelo y los naranjos florecieron, este año sí, en primavera y no antes. Su fragancia era penetrante, casi tanto como el incienso de los monaguillos que iban delante del trono, portado por mujeres. El Cristo del Prendimiento y la Virgen del Gran Perdón se hicieron de rogar, y fueron recibidos por un caluroso aplauso de quienes a las 18.30 horas ya llenaban la plaza. Estaban impacientes, porque cualquier retraso, el Domingo de Pasión, puede alterar toda la planificación. Y no es fácil.

El Señor llevaba su elegante túnica de terciopelo burdeos y la Virgen lucía saya blanca y manto de vistas bordadas, también burdeos. Varios centros de flores blancas iban a los pies. La banda del Carmen los acompañaba.

Victoria y Centro

La iglesia de San Lázaro tocaba las campanas para llamar a la misa de siete cuando el cortejo del Rocío estaba ya en la calle Amargura, pasando frente a su antigua sede. Varias decenas de parejas de cirios precedían al trono de traslado, compartido por el Nazareno de los Pasos vestido con una sencilla túnica de tono malva y la Virgen del Rocío, con una espectacular mantilla blanca, prendida con un broche. Su sencilla saya blanca hacía destacar la cinturilla bordada en plata, estrenada el año pasado. La agrupación de la Vera+Cruz de Campillos aportó la música, con marchas como ´Beso y Traición´ en la calle Amargura; ´Sabed que vendrá´ en la calle Luis de Maceda y ´Señor de San Román´, frente a la plaza del Santuario.

La Pollinica demostró una vez más su capacidad de convocatoria. Las calles estaban llenas, pero sobre todo San Agustín, donde apenas se cabía y por donde el cortejo tuvo dificultades para avanzar.

El guión abría la procesión, compuesta por hermanos que llevaban velas y bastones. Delante del trono iba la presidencia, en la que figuraban dos frailes agustinos. Las dos imágenes compartían trono. El Cristo, sin potencias, vestía túnica morada y la Virgen del Amparo iba de hebrea. Varios centros de lirios componían el exorno y la banda de la Esperanza ponía la música. En Méndez Núñez interpretó ´Virgen del Amparo´, de Artola, recuperada para la causa, donde el trono se meció y saludó al guión de la Pasión, que estaba en Convalecientes.

Inflexión

¿Decir que el Huerto marca el punto y aparte de la jornada sería repetirse? Es tan posible como verdad. Porque las cornetas y los tambores se convierten en melancólicas notas de capilla musical. La bulla se vuelve respetuosa. Y las aclamaciones, silencio. De los Mártires salió la comitiva de cirios que precedía al Señor, inconfundible, en unas pequeñas andas exornadas con un friso de claveles rojos y lirios, acompañado por la capilla Virgen de la Trinidad; y a la Virgen de la Concepción, con la de la Expiración, que iba en otras andas, con su terno burdeos profusamente bordado. Claveles blancos y dos pequeños faroles a sus pies.

En el Molinillo, frente a la capilla callejera, se arremolinaban los vecinos y los que comparten devoción por la Virgen de la Piedad. Entre un mar de gentes salió el grupo para ser entronizado en las andas, que ya habían traído las mujeres, y que vestían túnicas color crema con bocamangas negras.

El tronito llevaba flores moradas y lilas, lirios y claveles combinados. Iba iluminado por cuatro faroles con cristal esmerilado. Estrenaba seis cartelas con seis de los dolores de la Virgen. El séptimo, la Piedad, iba encima. Zamarrilla lo acompañó con sus marchas.

La Agrupación Musical ´San Lorenzo Mártir´, de la cofradía de Viñeros, tuvo ayer un protagonismo especial durante su traslado. Estrenaba espectaculares uniformes, que recrean a la vestimenta de la Infantería de Marina. La agrupación sigue ganando peso en la calle y acompañó a sus titulares con marchas como ´Señor de Carretería´ y ´Nostalgia de Jueves Santo´.

Tanto el Nazareno como la Virgen del Traspaso y la Soledad iban en el mismo trono, como es habitual. La Virgen llevaba su vestimenta de hebrea, pero de luto.