No es algo novedoso, sino más datos que vienen a reconfirmar una situación que dista mucho de ser la ideal: Málaga es una provincia insostenible y su ritmo de crecimiento la está alejando de los parámetros necesarios para tener un desarrollo respetuoso con el medio ambiente y que le asegure recursos naturales. Así se desprende de los informes comarcales realizados por el Observatorio de la Sostenibilidad, dependiente de la Diputación.

Presión urbanística, aguas subterráneos y caudales contaminados, avance de la desertización, consumos y residuos excesivos… Problemas que se presentan con distinta cara en cada comarcas.

En el Valle del Guadalhorce, las aguas superficiales y subterráneas están degradadas, hasta ser las que en peor estado se encuentran de la provincia. El principal acuífero de la zona del bajo Guadalhorce soporta presiones por contaminación por nitratos, sobreexplotación, intrusión marina y otros impactos. Este aspecto resulta relevante en una comarca cuyo abastecimiento se realiza íntegramente por medio de aguas subterráneas. La contaminación de las aguas superficiales del Guadalhorce ha afectado principalmente al río Grande y al Guadalhorce a su paso por Álora y Pizarra y aproximadamente el 56% de la longitud fluvial de la comarca está en riesgo de incumplimiento de los objetivos de calidad que establece la Directiva Marco de Aguas para 2015.

En la comarca de Antequera, también el 81% de las aguas de los ríos está "altamente contaminada", por el vertido de residuos urbanos en los caudales y el uso de abonos diversos procedentes de la actividad agraria y ganadera. El caudal del Guadalhorce presenta la totalidad de su cuenca "severamente deteriorada", al que se unen el río Guadalteba y el arroyo Turón. La comarca recoge el mayor volumen de emanaciones de amoníaco: 550 toneladas al año. Ello es debido a la alta concentración en esta zona de granjas porcinas. De las 33 que hay en Málaga, 15 se localizan en Campillos, ocho en Almargen y cinco en Teba. Campillos es así el municipio de la provincia que más amoniaco emite por la ganadería.

No muy distinta es la situación en la Serranía de Ronda. Allí, sus ríos presentan igualmente niveles preocupantes de degradación. El 84% (206 km.) de la longitud fluvial presenta riesgo. La situación más grave es la de los ríos Guadiaro y Genal. Las aguas del Guadiaro presentan altos niveles de estreptococos y coliformes fecales, así como amonio y nitrógeno procedentes de los vertidos urbanos y de las granjas porcinas.

En la Axarquía, el riesgo principal es la desertización. Durante la primera mitad de la década pasada se perdieron 9.142 hectáreas de suelo agrícola y se ha puesto ya en riesgo de desertificación el 87% de las 6.035 hectáreas de tierras axárquicas. Mientras, el embalse de la Viñuela recoge restos de herbicidas, y 65,6 kilómetros de aguas fluviales en la comarca (40%) se encuentran en riesgo de incumplir la normativa, como ocurre en el río Vélez.

En la Costa del Sol, la presión urbanística ha hecho que se ocupen 1.737 hectáreas de nuevas construcciones entre 1999 y 2003. El 68% del primer kilómetro de la franja litoral está edificado. Por contra, se ha perdido un 27% de superficie agrícola. El 73% de la longitud fluvial de la comarca se halla en riesgo y los acuíferos están sobreexplotados. Además, tiene la mayor ratio de consumo eléctrico por habitante y día, con 6 megavatios, y la calidad del aire está afectada por el tráfico rodado.

Costa o interior, los problemas son similares y exigen una solución temprana y contundente.

*Información elaborada por Ana García, Lola Sánchez, Blas Gil, Fran Extremera y Princesa Sánchez