El Museo del Vino, en la plaza de Viñeros, es el único oasis en esta zona al norte de la calle Carretería, aunque como señala Rafael Nadales, vecino de la calle Cobertizo de Malaver, "si los turistas que visitan el museo quieren ver algo más de los alrededores, se asoman y dan media vuelta enseguida porque todo está penoso".

Pocos remansos para la vista hay en esta sucesión de calles en pésimo estado, en las que apenas se aprecian contenedores y ninguna papelera, con el consiguiente amontonamiento de bolsas. Ricardo, asomado al balcón de una casa en la calle Viento, cuenta que lleva 40 años en esta calle "y a esta parte del Centro en Málaga le llaman Sarajevo". A sus pies se extiende un pavimento en el que reina un peligroso socavón y se aprecian las huellas de ´remiendo tras remiendo´ por instalaciones de tuberías, aunque si uno sigue callejeando, el pavimento se convierte en terrizo.

"Los de Limasa me dijeron que tal y como están las calles, se limitan a recoger las cosas porque con este terrizo no se van a poner a barrer", explica Rafael.

José Manuel Fernández, vecino de la calle Viento, destaca que desde las obras en un solar que hace esquina con la calle Cortijo de Malaver ha aparecido una plaga de pulgas. "Mi hermano lleva dos meses con ronchas y mi niña también", cuenta. José Manuel además señala que los vecinos de la zona son los mismos encargados de tapiar con cemento las casas que se van quedando abandonadas, "para que no se metan ´okupas".

Otro de los rincones que sigue sin arreglo, a pesar de las múltiples promesas de que llegarán tiempos mejores, es la calle Nuño Gómez. La casa natal de don Antonio Cánovas del Castillo en esta calle sigue durmiendo el sueño de los justos en un profundo deterioro. Aunque peor suerte corre la vecina casa natal de Salvador González Anaya, una vivienda tapada en la que sólo sobrevive, con vivos colores, una placa conmemorativa que honra a "la gloria de las letras españolas".

Contemplando tanta dejadez, Damián Caneda, presidente de la asociación cultural ´Ciudadanos de Málaga´, indica que "es una pena que esto esté así en pleno Centro de Málaga" y llama la atención sobre la maraña de cables que ´penden´ de postes ´del año de la polka´ (y la polka surge hacia 1830). Por uno de los cables, por cierto, accedieron unos ladrones para entrar en una vivienda de la calle Gigantes, cuenta Luba, una vecina ucraniana.

Rafael Nadales suma al abandono la discriminación de los vecinos por no ser considerados residentes del Centro y no tener derecho a aparcar. Está complicado vivir al norte de la calle Carretería.