Si la provincia de Málaga ocupa el último lugar en número de librerías por habitante de toda España, esta sonrojante marca se ´reforzará´ hoy todavía más con el cierre, a partir de las 2 de la tarde, de la librería más antigua de la capital.

La ´Librería Cervantes´ ha sido, desde 1939, la responsable de que en un rincón de la plaza de la Constitución no faltaran las buenas palabras de Lope de Vega, Sófocles o García Lorca.

"La librería la abrió mi abuelo Cristóbal Repullo Mérida, que había estado trabajando antes con González Anaya en la Librería Ibérica", cuenta Laura Rodríguez Repullo, la tercera generación al frente de la librería, un trabajo que comparte con su hermana Mari Carmen.

A don Cristóbal, amante irredento del arte de Cervantes, no le cupo ninguna duda de que el establecimiento debía llevar el nombre del autor de El Quijote. "Era un enamorado de Cervantes", subraya Laura.

La fachada permanece inalterable, como hace 71 años, y en cuanto al interior, la nieta del fundador destaca que su padre, José Luis Rodríguez, quiso hacer una reforma hace 25 años, "pero el dueño no le dejó y pusimos un tarima de madera para que fuera a juego con los muebles".

Buena parte del mobiliario, por cierto, es de esos tiempos de posguerra y en el almacén de la librería todavía cuelga un mapa escolar de África de vivos colores, con el Sahara Español en amarillo.

Y como explica Laura Rodríguez, desde los comienzos el establecimiento compaginó la vocación librera con la de papelería, "porque los libros nunca han dado de comer y hacía falta una ayudita".

Pero los libros han sido siempre el centro de este establecimiento, hasta el punto de que todavía se venden algunos de los libros que vendía el primer propietario: en un anaquel se encuentran las obras clásicas de Bergua. "Es una colección de siempre que vendía mi abuelo y que la seguimos vendiendo con sus herederos, son traducciones íntegras". El Poema de Mío Cid, teatro griego, los Diálogos de Platón... y, en un anaquel vecino, ´El Quijote´ de otra casa que todavía vende, siete décadas después: la editorial Ortells.

Hoy, llega el final para este negocio familiar. "Yo sabía que esto tenía que terminar en 2015 por el final de la renta antigua, pero nos ha venido un buen traspaso y lo hemos cogido", señala Laura, que informa de que la sucesora de la Librería Cervantes será una tienda de ropa que se trasladará unos metros de su emplazamiento habitual.

"El Centro se quedará sin librerías ni mercerías, terminará nada más que con ropa y franquicias", vaticina, o más bien constata lo que es una realidad, mientras resalta la paradoja de que los turistas han sido quienes más han valorado la presencia de una librería con tanto sabor en el Centro de Málaga.

Para el futuro, Laura tiene planeado descansar un par de años, después de un cuarto de siglo ´dando el callo´. "Yo no sé lo que son unas Navidades ni lo que es un sábado, he estado 25 años aquí metida", confiesa.

Pero también tiene pensado cumplir una de las ilusiones de su vida: montar una residencia canina en la finca de su padre, en la zona de Archidona. "Primero tengo que estudiar y me llevo 15 libros de perros porque siempre me han gustado mucho".

La Librería Cervantes no cierra hoy el libro de su historia por la crisis sino por el final de un alquiler aceptable para el pequeño comercio. Qué pena da pasar la última página de una novela, ciertamente, ejemplar.