Se acabó el paseo masivo de los domingos, el regateo por unas chanclas con el horizonte del estadio de La Rosaleda. El rastro de Martiricos se trasladará a principios de año al Cortijo de Torres después de más de dos décadas. Muchos recuerdos y poca nostalgia. Los comerciantes se muestran ilusionados con el cambio, aunque ponen sobre la mesa sus exigencias: la lucha contra el intrusismo y unas instalaciones profesionales, mejor equipadas que las actuales, que, según comentan, acusan problemas de espacio.

De la evolución del mercadillo pocos saben tanto como Juan Rojas, presidente de la Asociación de Vendedores Ambulantes de Málaga. Él fue quien negoció la llegada a orillas del campo de fútbol, aprobada por el equipo de gobierno de la extinta UCD. En todos estos años, ha sido testigo del deterioro de las infraestructuras. El problema más significativo, señala, es la falta de control de las licencias, que hace que muchos comerciantes, con autorización, se vean reemplazados por los llamados "ilegales", que se cuelan con su tenderete y no pagan impuestos. "Ponen una valla, pero la policía no entra. Esperemos que esto se solvente en la zona nueva", dice. El proyecto promovido por el Ayuntamiento promete unas condiciones más aptas para la venta. Seis metros por expositor, amplios pasillos, plazas de aparcamiento. Un punto de partida destinado a subsanar las carencias de Martiricos, donde la superficie está doblemente limitada. "Aquí todos los domingos hay peleas por ocupar un sitio", resalta.

Rojas no se deja engatusar por el diseño. Asegura que el traslado debe coincidir con un aumento de los controles. "Sólo así podremos tener un rastro digno de la capital de Málaga", indica. La respuesta del público no le inquieta. Reconoce el Cortijo de Torres como un área en expansión, fácil de acceder en vehículo privado por la amplitud del área de aparcamientos.

Más escéptico se muestra Óscar López, representante de la Asociación de Vecinos de El Volcán de Martiricos, que señala que el traslado del rastro procurará una mayor tranquilidad a los vecinos. Con el mercadillo, indica, desaparecerá también la intensidad del tráfico, multiplicada por la conjunción de los partidos de Liga. Aunque eso sí, los negocios sufrirán más pérdidas. "Los días de fútbol la gente va al rastro y luego se queda a comer en los bares del entorno, que lo van a notar", puntualiza.

López se queja de falta de información. Dice que se enteró del traslado por la prensa y apunta a la concejala del distrito, María Ángeles Arroyo, a la que, según cuenta, solicitaron una reunión para discutir el futuro urbanístico del barrio. "Llevamos dos años sin respuesta y ya no sabemos si la zona del mercadillo, como dice el PGOU, tendrá dos torres o un parque", resalta.

En el otro lado de la ciudad, Francisco Boyero, de la agrupación vecinal de Cortijo Alto, mantiene una visión paralela a la de los comerciantes. Sostiene que el rastro servirá para revitalizar el recinto ferial, aunque subordina el éxito a la calidad de las instalaciones. "Lo que no sé si han pensado es en los días de Feria. ¿Qué van a hacer? ¿Suspender el mercadillo?", tercia López, de Martiricos.