La UMA tiene desde ayer un doctor honoris causa de película. Antonio Banderas se suma al claustro de la institución académica a propuesta de la facultad de Ciencias de la Comunicación. El salón de actos de la Escuela de Telecomunicaciones se quedó pequeño para asistir al acto de investidura. También de autoridades. Todas.

Con la solemnidad y el rigor que marca el protocolo, la multicolor e interminable procesión de doctores precedían a la rectora, Adelaida de la Calle, escoltada por mazas. Junto a ella, en la mesa presidencial, el secretario general de universidades de la Junta, Francisco Triguero, y los rectores de las universidades de Córdoba, Cádiz, Pablo Olavide, Jaén, Huelva y Sevilla, "haciendo aún más universal esta investidura", señaló en su intervención el profesor Carlos de las Heras, padrino del nuevo doctor, que hizo un repaso minucioso a la trayectoria personal y profesional de Banderas. Del Jose de los 70 al actor referencia internacional y embajador de Málaga de la actualidad.

¿Por qué Antonio Banderas doctor honoris causa? Lo resumió la rectora en su discurso último. "Hoy el cine es reflejo de la necesidad ancestral del ser humano de reproducir su entorno y de expresar su imaginación. Del Arte. Pero no sólo es eso. El cine es mucho más. El cine, mediante las técnicas que utiliza para expresarse, es uno de los mejores campos para la aplicación social de los últimos avances y descubrimientos científicos en materia de fotografía, de informática, de nuevas tecnologías y de soportes de la comunicación", señaló De la Calle.

Antes, tras la entrega del título y la imposición del birrete, tomó la palabra el nuevo doctor. Antonio Banderas disertó de forma divertida, con una gran carga emocional en algunas letras, recordando sus inicios, que fueron complicados. Como todos los principios de quienes son capaces de hacerse a sí mismos. Recordó cuando sus padres le llevaban a las matinales en el Echegaray, de sus primeras clases con Guillermina Soto, de cuando cogió el tren, con una maleta y 15.000 pesetas, rumbo a Madrid, de su primer encuentro con Pedro Almodóvar, que como él, entonces, era desconocido, de su etapa y sus películas con el director manchego y de cómo marcó su trayectoria artística... y de su salto a Hollywood. "Los directivos de Warner Brothers me comunicaron su decisión de ofrecerme el personaje de Néstor Castillo en (...) ´Los Reyes del Mambo´. Yo salí de allí y me puse a correr dando saltos de alegría. No parecía real. ¿Cómo se habían atrevido a ofrecerme este trabajo? A mí, el alumno de Guillermina Soto, el romano con minifalda del vespino, el de las 15.000 pesetas, el que siempre había suspendido las clases de inglés...", explicó Banderas, que en 2000 fue nombrado doctor honoris causa del Dickinson College, de Pennsylvania, "pero no es lo mismo que ser valorado en tu casa", había dicho en la rueda de prensa, por la mañana en el Rectorado.

Varios párrafos del texto leído por Banderas se los dedicaba a Almodóvar, a su estilo, a la ruptura que significó en una época aún de prejuicios... y a la necesidad que tuvo el propio actor de adaptarse a unas exigencias que, probablemente, no se imaginó cuando soñaba en ser actor. "Yo notaba que algo se rompía dentro de mí cada vez que realizaba una nueva película con el manchego. No solo era difícil, a veces era doloroso, porque todos viajamos por la vida con una maleta llena de principios que, a priori, parecen inamovibles. Pero si alguien te quita el suelo por el que parecías pisar con cierta seguridad, y pierdes el equilibrio y te caes, duele, y sientes que estas desnudo, y te ves ridículo, quizá incluso humillado, pero atención, ojo, porque curiosamente acabas de entrar en el crudo y a veces desconcertante terreno de la creación artística", añadió.

El recién nombrado doctor comparó la profesión de actor con la vida misma: "El cine sirve a muchos propósitos, tantos como los distintos tipos de creadores requieran y las diversas clases de públicos demanden. Todos son lícitos. Puede ser realizado tanto para entretener, como para reflexionar sobre las complejidades del ser humano, puede ser un arma política, o un instrumento social y de denuncia, con el podemos reír, emocionarnos o pensar. Mi carrera como actor me ha permitido tocar todos esos terrenos. Como si esta carrera fuese una copia magnificada de lo que eran las antiguas compañías de repertorio que por la tarde interpretaban una obra de Jardiel Poncela y por la noche una de Shakespeare".

Banderas fue muy aplaudido al final de su discurso, que cerró con sabias y elocuentes palabras, propias, ni más ni menos, que de un doctor honoris causa.

En las butacas, asistían los doctores, profesores, alumnos y mucho público. También personalidades, concejales, sindicalistas, presidentes de colegios profesionales, cofrades (¿será el próximo pregonero de la Semana Santa?) y representantes de medios de comunicación. En el escenario, la familia del actor y delante de ellos, por este orden, Hilario López Luna, subdelegado del Gobierno; Paulino Plata, consejero de Cultura; Francisco de la Torre, alcalde de Málaga; Bernardino León Gross, secretario general de la presidencia del Gobierno; Salvador Pendón, presidente de la Diputación; y María Gámez, delegada del Gobierno andaluz. También estaba presente el ex rector y medalla de oro de la UMA José María Martín Delgado... hasta hace poco, más que probable candidato del PSOE a la alcaldía. Todos juntos. Y como está el patio. Lo que no consiga Banderas...